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18 de septiembre de 2009

TESOPACO 2009

Hace 41 años, el 11 de septiembre de 1968, se cometió uno de los peores crímenes de Lesa Humanidad, en Tesopaco, Sonora.
4 militantes del Grupo Popular Guerrillero “Arturo Gámiz” fueron detenidos, torturados y fusilados a la vista de los habitantes de ese pueblo. Ellos eran: Oscar González Eguiarte, Arturo Borboa Estrada, Guadalupe Scobell Gaytán y Juan Antonio Gaytán Aguirre. Antes, el 8 de septiembre, ya habían realizado la ejecución extrajudicial de José Luis Guzmán Villa.
Nunca se ha hecho justicia sobre este caso y con este gobierno espurio y represivo tal parece que estos crímenes contra los luchadores sociales se van a repetir una y otra vez.
Por eso es indispensable acudir, junto con el pueblo de Tesopaco, al lugar de tan imperdonable crimen e impedir que este sea olvidado.
La cita es en el palacio municipal de Tesopaco, Sonora, a 70 kilómetros de Ciudad Obregón, a las 10 de la mañana, del 11 de septiembre de 2009.
Atentamente
Por el Movimiento 23 de Septiembre
Salvador Gaytán Aguirre y José Luis Alonso Vargas

Los días previos
Hice esta convocatoria-invitación porque no podía permitir que esta fecha cayera en el olvido, como muchas otras.
Sabía que estaba prácticamente solo en esta empresa, pero lo peor era quedarse con los brazos cruzados.
Algo bueno tiene que armarse, pensé.
Y así fue.
Eleazar Gámez Rascón, fundador del Movimiento 23 de Septiembre, me llamó y me dio ánimos. Él está enfermo y sin recursos pero me pidió que sumara su firma, si era necesaria. Recordé que Eduardo Esquivel también me ha reprochado que no lo considere en los documentos que damos a conocer como M-23-S. Y así, fue creciendo la lista de firmantes:
Salvador Gaytán Aguirre, Eleazar Gámez Rascón, Raúl Florencio Lugo Hernández, María de la Luz Aguilar Terrés, Eduardo Esquivel Reivilla y José Luis Alonso Vargas
Después, Roberto Ceceña, de las FANR, en el ´71, dio señales de vida y nos empezamos a comunicar, para darle forma a un programa. Cuando menos, más por audacia que otra cosa, agregamos a la invitación original la posibilidad de una marcha: De ahí partiremos hacia el lugar del fusilamiento, a la orilla de la carretera, donde rendiremos homenaje a ellos y todos los caídos en la lucha contra los regímenes represivos.

Javier Velázquez, ex Lacandón, de Ciudad Juárez, no lo dudo ni un momento y tan sólo esperó a que le dijera la fecha precisa para reunirnos, en Ciudad Obregón. Había que despejar la duda que nos dejó sembrada Lulú García, la dueña de la tienda donde compramos víveres, el 19 de agosto, cuando pasamos por ahí en cumplimiento de la Nueva Jornada Por el Rescate de la Memoria Histórica. La duda era si el estudiante que, nos dijo, llegó por esos rumbos, hace varias décadas, con heridas de bala, era Plutarco Domínguez Rodríguez. Así que ese objetivo también nos empujaba hacia Tesopaco, en esta ocasión. Javier mandó, por email, una semblanza de Plutarco, el 3 de septiembre, así que el interés crecía.
El 2 de septiembre pasé por la reunión de la Comisión Nacional Ejecutiva del PT y al final, ya en la madrugada, el Profr. Alberto Anaya ratificó su aceptación para que mis Memorias se impriman, como una contribución de su institución a nuestro movimiento, pero hasta que le llegue el turno, pues existe una larga lista de espera.
Y mi compa Trini me mantuvo en la esperanza de que me patrocinarían un boleto de avión a Mexicali, desde el Senado, que nunca apareció. Así que tuve que desembolsar de mi raquítico presupuesto 2,400 pesos, por Volaris, la empresa más barata. Pero, además, al tratar de pagar con la tarjeta de Bancomer, la empleada me dijo que no había pasado y salí corriendo hacia un cajero para pagarle en efectivo, pues en 15 minutos se caería la reservación. Ahí me di cuenta de que si se habían cobrado ese dinero pues ya nomás me quedaban 2,100, de los 4,500 que tenía. Pero a esas alturas lo que quería era que me vendieran el boleto para volar, el miércoles 9 de septiembre, a las 7 de la mañana, de Toluca a Mexicali. Con tan mala fortuna que nadie me fue a esperar y tuve que pagar 300 pesos de taxi, inevitablemente. Así es de caro el taxi en el aeropuerto de mi Mexicali.
Antes de eso, el 6 de septiembre, llegó un correo de Minerva Armendáriz, con la infausta y penosa noticia de que los camaradas de Parral se quejaban de que durante nuestra estancia allá, el 22 de agosto, habían sido robados algunos objetos de la casa donde nos dieron solidaria y amablemente hospedaje y alimentación. Inmediatamente, porque así lo ameritaba la situación, circulé el mensaje de Mine y empecé a recibir opiniones del grupo que tenía que ver con ese acontecimiento.
Con todos esos contratiempos llegué a Mexicali y cobré un chequecillo de poco más de 2 mil pesos. Vendí un libro de Memorias y me armé de valor, para viajar 13 horas por autobús, hacia Obregón, el día 10.
Avisados, Javier y Ceceña, tratamos de sincronizarnos y coincidir en Obregón.

Tesopaco a 41 años
Llegué a Ciudad Obregón a las 6 y media de la mañana del 11 de septiembre. Pasé al baño de la terminal y me puse presentable y peinado. Me fui a la sala de corridas locales y me encontré con que a las 6:45 saldría un camión hacia Tesopaco. Inmediatamente compré el boleto a precio de Insen. Llamé a Ceceña y me enteré de que él también estaba decidido a ir, pero más tarde. Me dijo que comprara el Diario del Yaqui y que viera la nota donde se anunciaba nuestro propósito. Y así lo hice.
El camión era de tercera. En mis tiempos le decíamos diligencia, por rústica, como del Viejo Oeste. Bueno, lo importante era que me llevara y que llegara, sin novedad, aunque rebotara, como rebotó, por todo el camino.
La nota periodística daba cuenta de lo sucedido el 11 de septiembre de 1968. Empezaba adjudicándole la responsabilidad del crimen a Gustavo Díaz Ordaz. Y la firmaba Ceceña, precisamente.
En menos de dos horas ya estábamos entrando a Tesopaco. Yo veía para todos lados tratando de descubrir alguna silueta conocida, pero nada. Me bajé hasta el final, más allá del palacio municipal. Regresé caminando, cargando mi portafolios con la latop y tres libros de Memorias, más mi escasa ropa interior, un suéter y el chaleco de periodista, con los que me defendí del frío, la noche anterior, en el autobús.
Llegué a la tienda donde estaba Lulú, el pasado 19 de agosto, pero al que me encontré fue a su hermano. Él también sabía algo del estudiante que llegó herido, décadas atrás, a esa zona, pero me dijo que el marido de su hermana sabía mucho más, pues habían vivido juntos, en Cuba.
En ese momento recibí la llamada de Javier, diciéndome que acababa de llegar a Obregón, pues tomó la ruta de Juárez-Agua Prieta-Hermosillo-Obregón. Justamente al querer comunicarme con Ceceña, para que los recogiera en la terminal, el maldito celular me avisó que ya no tenía crédito. Lo bueno es que ahí a unos metros estaba un cajero de Bancomer y pude ponerle los últimos 100 pesos que tenía en la cuenta. Luego le pedí a Ceceña que pasara por Javier a la terminal y todo quedó bien cuadrado.
Me fui a la otra tienda, que estaba a 300 metros de ahí y que también era de la familia. Ahí debería de encontrar a Lulú. La encargada me dijo que Lulú llegaría hasta después de las 9 y media. Así que aproveché para ir a desayunar a la fonda que se encontraba justamente enfrente de la tienda. Pedí unos huevos con verdura y empecé a hacerle plática a la dueña, una bondadosa mujer de la tercera edad.
Doña Josefina se interesó en el tema y empezó a relatarme lo sucedido hace 41 años: Yo vivía aquí atrás y solamente divisé de lejos a los estudiantes. El pueblo estaba tomado por el ejército desde hacía días y no podíamos hacer casi nada. Un estudiante bajó de aquel cerro y llegó a casa de una vecina. Le pidió comida y ella se la dio, arriesgándose, porque no le teníamos miedo a los soldados. Pero un soplón dio aviso a la autoridad y lo fueron a detener. También agarraron al otro, que además ya estaba herido y en condiciones deplorables…
Se que en esta tarea uno debe ir armado de una grabadora, cuando menos. Pero nunca me imaginé que la señora de esta fonda fuera a ser testigo de aquellos acontecimientos. Y parece que el pueblo está lleno de veteranos que tienen mucho que contar. Cuando menos, Lulú y su marido, tienen esa historia del estudiante herido, que vivió y trabajó de maestro en Cuba, un pueblito que está más al norte de Tesopaco. Como el marido andaba, precisamente, en aquel pueblito, Lulú quedó de ampliarme la información más tarde e intercambiamos los números de nuestros celulares.
Salí a esperar a mis colegas y como a las 10 am entraron hasta el boulevar donde los esperaba. Venía Ceceña con su esposa Rosy. Y Javier, con su hermano Sergio. Les pedí que fuéramos primero con don Cornelio y doña Amalia, nuestros anfitriones en otras ocasiones. Y no me fallaron. Nos recibieron como a viejos conocidos y entramos en confianza, inmediatamente. Después de las primeras impresiones acordamos iniciar nuestros homenajes visitando el Corral de Piedra, donde cayó asesinado José Luis Guzmán Villa. El arroyo que cruzamos estaba seco pues no había llovido ni una gota en todo este verano.
Poquito antes de llegar con don Cornelio, casi enfrente de su casa, nos alcanzó un carro de sonido que venía anunciando la venta de frutas y verduras. Me le acerqué y le propuse que anunciara que a la 1 pm íbamos a estar en la lápida que está colocada a la orilla de la carretera. Le di el Diario del Yaqui y le indique el texto donde se hablaba de nuestro tema. Le di también 50 pesos para que cumpliera con esa misión importantísima.
El sol pegaba duro y a la cabeza; por eso, Ceceña me proporcionó una cachucha, para defenderme. Ahora, en su carro llegamos en 10 minutos. La primera vez que fuimos, hace 5 o 6 años, en procesión, alrededor de 100 personas, hicimos casi una hora.
La cruz que indica el lugar donde murió Guzmán Villa está muy vieja y deteriorada. Por eso acordamos hacer una colecta, y recabar lo suficiente para que don Cornelio, que, según su esposa, es albañil de media cuchara, ponga una lápida tan buena como la que les hizo a los otros cuatro, a la orilla de la carretera. Vimos los restos de algunas veladoras que han sido colocadas por los lugareños, que consideran milagrosos a los muchachos mártires. Oímos las historias que traen en su memoria y que ahí si quedaron grabadas por los aparatos de mis colegas. Y nos retiramos al panteón.
En el panteón cantamos, limpiamos un poco las lápidas y seguimos escuchando los relatos de nuestros anfitriones, agregándoles, a sus comentarios, los que nosotros conocemos.
De regreso nos detuvimos en la biblioteca pública. Javier y Sergio venían cargando una maleta con el Tesoro de la Juventud. Esa colección de libros (que conocí en mi infancia y que leí ávidamente, cuando menos en lo que corresponde a las fábulas de Esopo), fue donada a la biblioteca. Yo también doné un ejemplar de mis Memorias. Luz, la bibliotecaria quedó agradecidísima y nos dio un acuse de recibido.
Luego les pedí a todos que nos tomáramos un refresco con doña Josefina, para que escucharan sus recuerdos. Y ella, amablemente, repitió el relato que a mi me había contado y respondió a las preguntas de los compañeros.
Como ya era la 1 pm, salimos de la fonda hacia la carretera. Cuando llegamos a la lápida que está en el lugar donde los fusilaron, el sol se había ocultado. Una masa de nubes negras empezó a lanzarnos una llovizna ligerita. Los muchachos, nuestros mártires, están alegres, dijimos. Nos han protegido de los duros rayos del sol y han acabado, cuando menos por hoy, con la sequía que tenía agobiados a los habitantes de esta región.
Allí cerca, a 10 metros, está la tumba de un combatiente villista. Acordamos arreglar también su tumba, pues es de los nuestros.
Regresamos al centro de Tesopaco para comer, pues ni Javier ni Sergio habían desayunado. Nos estacionamos en una taquería de carne asada, pero los que prefirieron pollo fueron a comprarlo enfrente y se lo trajeron, para estar con nosotros. Sergio se fue por las primeras heladas al expendio de Tecate. Y platicamos nuestras impresiones a viva voz, de tal manera que los taqueros pelaron sus ojos y abrieron sus oídos, al darse cuenta de nuestra misión cumplida. Al final, no pudieron contenerse y se integraron a nuestra plática. Les cantamos la del “Che” y así los dejamos más motivados. Nos dimos cuenta que el del carro de sonido no había cumplido con su compromiso, precisamente porque “música pagada toca mal son”.
Mientras comíamos la lluvia siguió cayendo, casi como si los muchachos cantaran a dúo o trío, para nosotros, los que no hemos permitido que el silencio y el olvido los sepulten.
Regresamos a Obregón y una cuadras antes de que Ceceña nos llevara a la terminal de autobuses nos preguntó si aceptábamos pasar a su casa a continuar la charla. Aceptamos, sin pensarlo ni un segundo. De puro gusto, le regalé a Rosy mis Memorias. Y le dije que Sergio ya estaba contratado para ser el presentador oficial de este trabajo, pues tiene las más divertidas opiniones, sobre el libro y sobre mí. Y ya entrados, Ceceña llamó a Felipe Pacheco, también ex FANR, y convino con él de que al día siguiente lo visitaríamos, en su rancho La Galera, de Huatbampo.
Felipe y yo estuvimos en Cuba muchos años. Convivimos muchas veces. Cantamos juntos ante muchos auditorios. Y regresamos a México satisfechos de haber gozado del calor humano y revolucionario del Pueblo Cubano y de sus legítimos dirigentes. Por eso, volver a vernos, cada vez que se puede, es para nosotros una fiesta. Felipe nos invitó un calamar con verduras y frijoles y tortillas de harina. Y nosotros le brindamos nuestra charla, nuestros cantos y un libro de Memorias. Todo quedó grabado y nos tomamos muchas fotos. Su hija nos deleitó con su bellísima voz y unas canciones de moda. Y así, llegamos al final de este reencuentro, pletórico de abrazos, epílogo de las puntuales conmemoraciones: Hasta la Victoria, Siempre!
Profr. José Luis Alonso Vargas
Tel. 0445540966159

2 comentarios:

  1. Anónimo10:04 p.m.

    Soy Gustavo Adolfo Vargas Gonzalez, denuncie en 2007 al Dr. Alfonso Pedraza Aguilera de la Ciudad de Puebla, por responsabilidad profesional y lesiones. he batallado apelando a la procuraduria Genral de Justicia del Estado, para que despues de 4 ministerios publico, se conignara a Pedraza Aguilera Ortopedista.

    Ante mis presiones en los medios, la PGJ de Pebla y la TV, el Ministerio Publico consigno, el juez penal nego la orden de aprension, al revisar el pliego consignatorio, descubri que la consignacion era por Responsabilidad medica por operacion inecesaria, una triquiñuela pues no es por ese delito que consigne, no me van a detener en mi lucha, tendran que solventar los eroores de la anterior consignacion, estoy formando una asociacion de victimas de negligencia Puebla, ya somos cuatro persona, si conocen a algun interesado, escriban a gustavovargas@01@hotmail.com

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  2. Anónimo11:20 p.m.

    Justicia que no es expedita, no es justicia



    Al analizar la situación que guarda la averiguación previa Numero AP- 4634/2007/NORTE, interpuesta por Gustavo Adolfo Vargas González contra el Ortopedista Alfonso Pedraza Aguilera, se llega a las siguientes conclusiones:

    1. A esta fecha, se ha cambiado en seis ocasiones al titular de la agencia del Ministerio Publico mesa 4 norte/Puebla. lo sucedido es en el lapso de 4 años.

    2. Los cambios obedecen a necesidades administrativas? Sin embargo a la justicia parece olvidársele que los casos que llevan los Agentes del Ministerio Publico, son los que sufren dilación, simulación y en ocasiones tráfico de influencia.

    3. En la médida, que se continúen efectuando cambios de manera arbitraria, la justicia tardara en llegar y entonces el Sistema Judicial será el culpable del desdoro de la procuración de justicia en Puebla.

    4. Los que tienen averiguaciones pendientes se pregunta, si el próximo gobierno removerá de nuevo a los agentes del MP. En este caso; eso significara seguramente otros seis o siete meses de dilación en la solución de las consignaciones, pendientes o en su caso del archivo de las denuncias que no procedan.

    Gustavo Vargas González, se cuestiona como las docenas o cientos de afectados por la negligencia institucional, ¿cuánto más tendrá que esperar para encontrar justicia? En su caso existe dictamen de CEAMED y del médico legista que señalan negligencia médica, mal praxis, alejamiento de la Lex Artis de la medicina, omisiones varias, errores groseros, etc., así como lesiones ya reclasificadas y ratificación de los peritos médicos. Tuvo que soportar que el agente del Ministerio Publico consignara por un delito que nunca fue denunciado y que el juez, por lógica negara la orden de aprensión contra el médico tratante Pedraza Aguilera,

    ¿A quién benefician los cambios de Agentes del Ministerio Publico? A las víctimas o a los presuntos delincuentes? La respuesta no se deja esperar, Vargas González categórico responde, la afectada es la justicia, la credibilidad, la sociedad.

    Escuchara Rafael Moreno Valle, a las víctimas de negligencia medica que han denunciado las atrocidades cometidas por algunos malos médicos? Espero que sí, porque de lo contrario pasaran tres años cambiando a los Ministerios Públicos y la promesa de renunciar, en caso de no cumplir se volvería exigible. Por el bien de Puebla y los Poblanos deseamos que el gobierno entrante cumpla la palabra empeñada.

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