Milenio Puebla
DE LETRAS
María Torres Ponce
2009-09-10•Cultura
.Hoy mi indignación me conduce a referirme a las declaraciones que ayer expresó el presidente de la República sobre el paquete económico para el 2010, el cual esperaba una reforma fiscal, no sólo una adecuación.
Así, la historia se repite con sus propias condiciones y circunstancias actuales, pero al fin se repite como el referido mito de Sísifo, que sube la piedra a la montaña y ya en la cima la deja caer nuevamente, para volverla a subir en un ciclo indefinido e interminable.
La melancolía como la nostalgia de ver esta realidad que vivimos cotidianamente desde siglos históricos, y que desde ahora este pueblo mexicano se prepara para conmemorar tanto el bicentenario de la Independencia como el centenario de la Revolución, colma de vergüenza, humillación y degradación.
La pregunta es: ¿sí han servido los muertos por la patria? Así como la lucha por vivir en una tierra nuestra, en donde los nuestros no sólo nos roban la identidad como los conquistadores lo hicieron, sino que también la riqueza. Y no me refiero solamente a nuestro patrimonio territorial tan pródigo, sino a nuestra cultura, a ese espíritu nuestro de ser mexicanos.
En dónde están las letras que revivieron una realidad lejana, para construir una nación realmente digna, como lo hizo, entre otros, después de la Independencia José Joaquín Fernández de Lizardi en su Periquillo sarniento, con una visión desde la capacidad de la palabra como reveladora de un significado en un tiempo histórico con la guerra emancipadora de los españoles en 1810, manifestada en el destino de la patria.
Esta libertad literaria describe y descubre los vicios y defectos de ciertos grupos sociales, la ineficacia de las instituciones, la corrupción de sus dirigentes y la explotación de las clases altas, que determinan un interés dirigido por lograr que el criollo de clase media tuviera la oportunidad de participar en la vida nacional, como sujeto que lo perfilara a la entrada de un nuevo mundo con otros valores.
El autor no sólo profanó las normas con la llegada del romanticismo en México, sino que reveló también, con esa misma palabra, la lucha por la libertad intelectual, que construyó otro significado pero que nunca invalidó el pasado, sino al contrario: su propuesta se basó en una crítica social para no olvidar aquellos tiempos, ahora, y reencontrarlos siempre que sea necesario, pero con la diferencia de rememorarlos para no repetir el dolor mexicano de nuestro origen.
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