La Historia de esos días

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15 de octubre de 2009

Soledad. María Torres Ponce

DE LETRAS
María Torres Ponce
2009-10-15•Cultura
“Sin embargo no estoy loco… y desde luego no estoy soñando. Pero mañana voy a morir y quisiera hoy aliviar mi alma.” Edgar Allan Poe nació en el siglo del Romanticismo. Fue un narrador, poeta, crítico y periodista estadunidense considerado uno de los mejores escritores de relato corto. Fue también admirador y partidario del romántico inglés Lord Byron, integró su obra con cuentos, poemas y ensayos. Es considerado el primer simbolista, por la influencia del simbolismo francés.
Su mirada eligió indagar en la profundidad individual y subjetiva para ejercer su emancipación, llegando a la soberanía literaria al quebrantar lo establecido. Recurrió a elementos naturales para escribir su dolor como necesidad imperiosa, a través de la polarización de sentimientos en una exaltación permanente entre el terror y el éxtasis, entre la prosperidad y la decadencia, entre el abismo y la cima, entre las tinieblas y la luz que siente el alma, esa parte sagrada pero también oscura en donde se incuban los misterios de la vida y la muerte, que Poe deseaba descubrir porque el dolor espiritual era tan insoportable como la soledad que lo arrastraba a alcanzar la locura para vaciar su necesidad en un efluvio estético que dijera su estado mórbido. Esa locura que era una elevada inteligencia que, como el cuervo, sus ojos atisbaban más allá de lo que veían.
Edgar Allan Poe no ahogaba sus penas en el alcohol, ni bebía para desinhibirse en las fiestas, ni tampoco tenía ningún defecto físico. Al contrario, fue un joven apuesto y deportista. Empezó a beber hasta que la melancolía lo llevó a la dipsomanía, que aprovechó para desempeñar una función creativa y creadora, porque bebió siempre que escribía. Sus borracheras feroces también lo convocaban a olvidar sus visiones angustiosas, que lo envolvían en una enajenación que prefería quedarse, ahí, en la inconciencia. Su melancolía –como la enfermedad de los monjes en la Edad Media–, siempre lo convocó a contemplar la realidad desde la sombra que le dictaba figuras que simbolizaban en su escritura un romanticismo oscuro, llamado gótico. Parte de su producción pertenece a este género emanado del Romanticismo, en un enlace que define una identidad donde, a 160 años de su ausencia, su obra sigue vigente para leerla y releerla, con esa seducción que se transforma en una lúgubre sensación de dominio de los sentidos que llega a la alucinación, por no escribir conmoción.
Poe murió como vivió: en el destierro social, aunado a la lucha existencial que desembocó en su muerte brutal e incógnita a los 40 años. Como romántico vivió el dolor de su creación.

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