Observatorio de medios
La disposición del PAN a través de la legisladora y presidenta de la Comisión de Equidad y Género Ana María Jiménez para entrarle al citado debate no debe tomarse a la ligera, debe tomarse como lo que es, la afirmativa para ingresar a un terreno de combate donde los panistas por costumbre pierden de todas, todas, por la sencilla razón de que mientras el resto de la gente observa el aborto y la diversidad sexual como asuntos polémicos sí, pero sociales, los panistas los siguen viendo como estrechos reductos religiosos y morales.
Me parece que sin siquiera despeinarse ni poner el dedo en la llaga José Juan le ganó la primera mano a los panistas en el Congreso del Estado y conforme avance el juego, o el debate, dígale cómo quiera, el diputado convergente tendrá todos los elementos y la mesa puesta no solo para derrotar sus argumentos moralinos sino para exhibir el débil criterio de un partido rezagado que mientras la sociedad siguió avanzando en lo cronológico, él, se quedó inspirado en la creación divina.
“Como diputada de Acción Nacional, estamos abiertos a la discusión de todos los temas”, dijo engallada y retadora la diputada Ana María Jiménez, ¡pos qué chingaos! Si yo fuera José Juan, lo primero que haría públicamente sería tomarle la palabra a AN para fijar en conjunto fechas y escenarios de debate con el único propósito de que los dichos de la legisladora no queden solamente en palabras que se lleve el viento ni sudoraciones mal secadas, sino en hechos cumplidos, como dicen los políticos.
¡A rajarse a su pueblo!, dijera Simón o algún otro pensador de aquí cerca en situaciones más o menos similares. Éste, sería un inmejorable momento para discutir esos y otros temas polémicos en foros verdaderamente públicos para que la sociedad confirme con esos sus ojos que algún día se comerán los gusanos, las medidas exactas del criterio de sus diputados y partidos políticos, visibles claro está, cuando se calientan tantito y se recargan en el hombro de la mojigatería.
Sería el colmo que la dirigencia del PAN a través de Juan Carlos Mondragón o el coordinador de los diputados panistas Mario Riestra saliera con el cuento de que la diputada habló a título personal no del partido, porque entonces querría decir que además de rajones no fueron solidarios con una dama. Y eso nunca.
Aclaro, como no soy José Juan Espinosa seguiré maiceando a mis guajolotes acá en el pueblo tan quitado de la pena como siempre.
Maiceando al guajolote y orando por el PAN
Jesús Ramos
Al PAN le pasó lo que no debe pasarle a un adversario en combate: Calentarse. Sí, el PAN se calentó con la agenda legislativa presentada por el diputado de Convergencia José Juan Espinosa, especialmente por los temas de diversidad sexual y aborto, y sudando esa calentura se declaró presto a discutir lo que para los panistas son más que temas polémicos, pecados mortales.
La disposición del PAN a través de la legisladora y presidenta de la Comisión de Equidad y Género Ana María Jiménez para entrarle al citado debate no debe tomarse a la ligera, debe tomarse como lo que es, la afirmativa para ingresar a un terreno de combate donde los panistas por costumbre pierden de todas, todas, por la sencilla razón de que mientras el resto de la gente observa el aborto y la diversidad sexual como asuntos polémicos sí, pero sociales, los panistas los siguen viendo como estrechos reductos religiosos y morales.
Me parece que sin siquiera despeinarse ni poner el dedo en la llaga José Juan le ganó la primera mano a los panistas en el Congreso del Estado y conforme avance el juego, o el debate, dígale cómo quiera, el diputado convergente tendrá todos los elementos y la mesa puesta no solo para derrotar sus argumentos moralinos sino para exhibir el débil criterio de un partido rezagado que mientras la sociedad siguió avanzando en lo cronológico, él, se quedó inspirado en la creación divina.
“Como diputada de Acción Nacional, estamos abiertos a la discusión de todos los temas”, dijo engallada y retadora la diputada Ana María Jiménez, ¡pos qué chingaos! Si yo fuera José Juan, lo primero que haría públicamente sería tomarle la palabra a AN para fijar en conjunto fechas y escenarios de debate con el único propósito de que los dichos de la legisladora no queden solamente en palabras que se lleve el viento ni sudoraciones mal secadas, sino en hechos cumplidos, como dicen los políticos.
¡A rajarse a su pueblo!, dijera Simón o algún otro pensador de aquí cerca en situaciones más o menos similares. Éste, sería un inmejorable momento para discutir esos y otros temas polémicos en foros verdaderamente públicos para que la sociedad confirme con esos sus ojos que algún día se comerán los gusanos, las medidas exactas del criterio de sus diputados y partidos políticos, visibles claro está, cuando se calientan tantito y se recargan en el hombro de la mojigatería.
Sería el colmo que la dirigencia del PAN a través de Juan Carlos Mondragón o el coordinador de los diputados panistas Mario Riestra saliera con el cuento de que la diputada habló a título personal no del partido, porque entonces querría decir que además de rajones no fueron solidarios con una dama. Y eso nunca.
Aclaro, como no soy José Juan Espinosa seguiré maiceando a mis guajolotes acá en el pueblo tan quitado de la pena como siempre.
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