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Sin lugar en el Poli, uno de cada cuatro aspirantes
Laura Poy Solano
■ “Nos frustra un sistema de selección injusto que con 120 preguntas califica toda una vida escolar”, dicen
■ Muchos se han presentado al proceso en repetidas ocasiones pero se quedan a un paso
Con apenas 20 años de edad, Alexis, Patricia, Sandra, Miguel Ángel y Ana Lilia son parte de los miles de jóvenes que han intentado hasta en tres ocasiones ingresar al Instituto Politécnico Nacional (IPN) y a las universidades Nacional Autónoma de México (UNAM) y Autónoma Metropolitana (UAM) para cursar una carrera profesional sin conseguirlo. “Muchos de nosotros nos hemos quedado a un acierto de ser aceptados”, aseguraron.
Al darse a conocer los resultados del proceso de admisión al ciclo escolar 2012-2013 del Politécnico –en el que se registraron 92 mil 772 aspirantes para cursar alguna de las 54 carreras que ofrece su sistema escolarizado, que sólo cuenta con 23 mil lugares para nuevo ingreso, por lo que sólo uno de cada cuatro jóvenes que desean ingresar a esta casa de estudios podrá hacerlo–, afirmaron que “estamos frustrados por un sistema de selección injusto que con apenas 120 preguntas califica toda una vida escolar”.
A pesar del esfuerzo que realizan desde hace tres años, hoy son parte de los más de 69 mil aspirantes que no obtuvieron un espacio educativo en el IPN, es decir, 75.2 por ciento de quienes presentaron el examen, por lo que, reconocieron, deberán esperar “un año más para intentarlo de nuevo”.
Además de participar en el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES), son egresados de instituciones públicas de educación superior con formación técnica. Esta condición, afirmaron, “es el primer paso de nuestra exclusión”, agregó Alexis.
“En mi caso no soy primerizo en ser rechazado, también lo fui en el bachillerato: presenté dos veces el examen de admisión, pero en ninguna me quedé en la opción que solicité y me asignaron a un Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS), donde me formé como técnico en computación, pero yo quiero ser economista o abogado”.
La historia se repite para Sandra, Patricia y Ana Lilia, quienes cursaron su educación media superior en el Colegio de Bachilleres y en Centros de Estudios Tecnológicos Industriales y de Servicios (CETIS), respectivamente, a los que no deseaban ingresar y donde fueron formadas como técnicas en contaduría y laboratoristas.
Patricia, con 19 años, ha intentado en tres ocasiones ingresar al Poli. “Es tanta mi desesperación que he cambiado en todas las opciones de carrera: primero intenté medicina, luego economía y por último turismo, pero sin resultados”. Asegura que al igual que sus compañeros, durante seis meses del año buscaron empleos temporales en la formación técnica que recibieron, pero “ a mí no me gustó lo de ser contadora; busqué trabajo y me decían que no tenía experiencia y que además soy muy joven, que regresará cuando cumpliera los 20 años”. Igual ocurrió con Ana Lilia, técnica laboratorista, a quien “simplemente me dijeron no porque era muy joven”.
Con sus propios recursos o el apoyo de sus padres, afirmó Ana Lilia, se han pagado cursos de preparación para el examen de ingreso con precios de 2 mil a 4 mil pesos.
Miguel Ángel, quien por tres años consecutivos ha intentado ingresar a la Facultad de Psicología de la UNAM, afirmó que “nos quitan hasta las ganas de seguir estudiando, porque en mi primera prueba me quedé a un acierto y sentí muy feo, me frustré. Luego volví a intentarlo al año siguiente, pero me faltaron tres aciertos y creí que mi educación se había ido al demonio. Me fui a Puebla a trabajar con unos familiares, cuidé vacas y corté zacate, pero no hay futuro en eso. Regresé a la ciudad y he trabajado en los call center, en bancos y en empresas distribuidoras de gas, pero ahí te das cuenta de que con o sin carrera a lo más que puedes aspirar es a ganar 5 mil pesos al mes, y con eso no vive una familia”.
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