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La licitación de dos nuevas cadenas de TV abierta da lugar a cuestionarnos en qué medida nos veremos beneficiados los televidentes con la apertura a más competidores en este sector. Mayor inversión, nacional y extranjera, dará lugar a más actividad económica, lo que impactará positivamente al PIB del país, reflejándose en una mayor generación de empleos, en todos los niveles. Sin embargo, la verdadera transformación de la televisión, a través de sus contenidos, se dará como resultado de un proceso en el que los empresarios involucrados adopten una responsabilidad social real. También, en la medida en que la sociedad asuma su poder de "rating", que es el que en mayor grado determina la calidad y variedad de contenidos que habrán de ofrecerse en un mercado televisivo ya de competencia, y no de monopolios. Y todo ello, bajo el eje rector del Estado.
Recientemente, dos dirigentes de cúpulas empresariales, Gerardo Gutiérrez Candiani del CCE, y Claudio X. González del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, externaron su preocupación frente a las nuevas facultades de los organismos autónomos reguladores (CFC y el IFETEL), propuestos en la reforma de telecomunicaciones. Y cómo no, si por primera vez el gobierno propone lineamientos regulatorios y de control a prácticas empresariales que no conocían límites. Ahora, en el diseño de las políticas públicas en México hay directrices encaminadas a promover la responsabilidad social empresarial ya que, subordinados a sus objetivos financieros, los empresarios deben empezar a considerar beneficios sociales. Por su propia conveniencia, las empresas deben satisfacer las expectativas de una sociedad cada vez más empoderada, además de las leyes del mercado.
Hoy en México no existen empresas de televisión abierta socialmente responsables. El Teletón de Televisa, y su Fundación, no califican como esfuerzos de cabal responsabilidad social, aunque sus bondades sean innegables. La difusión de contenidos de mayor calidad y carácter plural, que contribuyeran a generar una demanda más calificada entre la población, junto con el objetivo del Estado de mejorar el nivel educativo, elevarían a Televisa a este nivel.
La responsabilidad social de los empresarios no se reduce a campañas a favor de la ecología (ser "verdes"), o filantropía (creación de fundaciones que muchas veces sirven más para fines fiscales, que para los propósitos que las originan). Es un concepto más integral que abarca la relación de la empresa con todos sus "stakeholders" o grupos de interés: empleados, accionistas, consumidores, proveedores, inversionistas, gobierno, comunidad; y las prácticas que llevan a cabo para mejorar su entorno y generar "valor compartido", a través de una gestión responsable que involucra a todas las partes interesadas. Es en el propio provecho de los empresarios que empiecen a preocuparse por estar por encima del tráfico de influencias y corrupción, y aborden intereses sociales.
Obtener el "grado" o reconocimiento de empresa socialmente responsable, tiene cada vez mayor relevancia económica y financiera a nivel mundial. La comunidad financiera, a través de los Índices de Sustentabilidad y Responsabilidad Social en las bolsas de valores como la de México, EU, Brasil, España, y Reino Unido, así como grandes fondos de inversión globales como Fidelity, y Bloomberg en información financiera, empiezan ya a privilegiar decisiones de inversión hacia empresas que destacan por su responsabilidad social, lo que eventualmente podría impactar sus costos de fondeo.
El tema de la responsabilidad social empresarial o corporativa, (RSE/RSC), surge a partir de la actividad empresarial interconectada en el mundo a través de las empresas multinacionales, por la inversión extranjera directa, sujeta a un escrutinio social cada vez más profundo. Se han establecido estándares por la ONU (Pacto Global), y en las Líneas Directrices de la OCDE, para ejercer algún tipo de presión política para exhibir a empresas "irresponsables", y así se apliquen controles para solución de conflictos.
La International Standarization Organization promulgó la ISO26000 sobre estándares aceptados de responsabilidad social en 2010, y en México se publicó en el Diario Oficial en el 2012. Aunque es una norma no certificable, implementarla le da a las empresas mayor reputación para mejorar su relación con sus "stakeholders", y tener ventajas competitivas.
La RSC no es moda, es un nuevo paradigma empresarial imprescindible para dar respuesta a las expectativas de la sociedad, para una competitividad sostenible de las empresas. Empieza a ser parte de una nueva cultura empresarial. La Escuela de Negocios de Harvard tiene ya un curso sobre RSC en su matrícula.
La RSC involucra a la administración pública para crear una estructura de control, vigilancia y coordinación de todas las acciones relacionadas a este tema; y a los trabajadores en una cultura orientada a la productividad. En España existe hoy un Plan Nacional de Responsabilidad Social, y empresas como General Motors emiten ya un Reporte Anual de RSC.
En el marco de las dos nuevas cadenas de TV abierta, aunque sea el ánimo de lucro el que motive a los empresarios a invertir en este sector, si éstos no quieren ser concebidos como meros mercenarios de la televisión, como parte de su responsabilidad social fundamental será necesario que pongan un gran énfasis en crear valor, para que contribuyan al enriquecimiento educativo y formativo de los mexicanos, y así se generen condiciones que propicien una demanda más calificada para mejorar contenidos.
Quizás sea mucho pedir, pero vale la pena intentarlo, en el contexto del mundo que hoy vivimos, y que cada vez más reclama beneficio social frente a la excesiva concentración de riqueza, con la participación de todos…
Video animado de youtube sobre la ISO26000, para entender la RSC.
http://www.youtube.com/watch?v=rsQ_lM9vrwQ&feature=player_embedded
Consulte www.siclapueblanoticias.blogspot.mx
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