Olivares Alonso
El movimiento que hace 30 años encabezó el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) fue exitoso, pues detuvo una serie de reformas que atentaban contra la práctica gratuidad en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y logró que se realizara un congreso en el que la mayoría de los sectores discutieron la transformación de esa casa de estudios.
En ello coincidieron los participantes de la mesa redonda La fuerza de la razón. El CEU a 30 años, que se realizó ayer en el auditorio José María Vigil de la Hemeroteca Nacional, en Ciudad Universitaria.
El profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Adolfo Gilly, afirmó que el movimiento del CEU en 1986 y 1987 representó la oposición contra la imposición de cuotas en la universidad.
"Era defender un principio sustantivo de la República: la gratuidad de la educación en todos sus niveles, que no sólo es un deber del Estado, sino una misión de la República."
Gilly, quien hace 30 años fue uno de los académicos asesores del CEU, recordó que gracias a la sensibilidad de las autoridades universitarias, encabezadas por el entonces rector Jorge Carpizo, se pudo abrir un diálogo público en el que ambas partes expusieron sus argumentos.
En ese diálogo los jóvenes dieron una respuesta racional a la crisis, al demandar que no hubiera imposición, sino que se les escuchara y tomara en cuenta, pero ante todo defendieron la gratuidad de la educación y que se mantuviera el pase reglamentado.
El movimiento trascendió las instalaciones universitarias, y parte de los que participaron en él se sumaron al apoyo de la candidatura presidencial de izquierda en 1988, la de Cuauhtémoc Cárdenas por el Frente Democrático Nacional, afirmó.
"La crisis estalló cuando el Ejecutivo federal dio un golpe de Estado en las elecciones de ese año y quitó la elección a la candidatura ganadora e impuso a quien el poder había decidido (…) Este golpe no fue contra un candidato, fue contra un país y contra un sueño, el sueño de que iban a volver los tiempos del general Lázaro Cárdenas."
Hoy, alertó el académico, se vive un nuevo ataque contra la educación con la imposición desde el poder de la reforma educativa, con la que "quieren arrasar" con la escuela normal, que es la raíz del sistema. "Es ahí donde se aprende cómo enseñar, cómo tratar a los niños, y eso no lo puede medir ninguna pinche evaluación que quieran poner. La razón del Estado quiere volver a imponerse sobre la razón de la inteligencia".
Por ello, y en un país en crisis de sangre, fosas, ejecutados y desaparecidos, como el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, para el que pidió esclarecimiento, llamó a seguir el ejemplo del CEU y realizar un congreso nacional educativo, en el que participen todos los involucrados en el sistema, particularmente los maestros.
Humberto Muñoz, quien fue parte del equipo de la rectoría de la UNAM durante los diálogos públicos con el CEU, señaló que el movimiento triunfó porque "permitió que esta institución siguiera siendo pública, como lo es hasta hoy".
Uno de los aciertos del CEU, precisó, es que convocaron a asesores universitarios de gran prestigio académico, lo que le dio al movimiento enorme credibilidad.
Consideró que el documento de Carpizo tenía muchos puntos rescatables, particularmente porque asentaba que la UNAM está hecha para alimentar un proyecto nacional que sea capaz de crear una nación más justa y libre.
En la mesa también participaron Imanol Ordorika, quien fue uno de los líderes del CEU; Renate Marsiske y Sergio Zermeño, de los institutos de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación y de Investigaciones Sociales, respectivamente.
Ordorika destacó que el CEU fue un movimiento de hijos y nietos del 68, y "estaba siempre presente como referente histórico". Admitió que aun cuando a la rectoría de Carpizo le costó trabajo aceptar el diálogo público, éste se instaló. Y justo esta etapa de la lucha "fue el punto máximo de acumulación de fuerzas del consejo".
Se trató de un movimiento exitoso, con el que se consiguió la práctica gratuidad de la universidad, e incluso en el proceso de designación de rector del año pasado, los 16 aspirantes defendieron el no incremento de cuotas; también se logró realizar el congreso universitario, y muchos de esos jóvenes se incorporaron a la política nacional. Uno de los pendientes, subrayó, es el paso para la democratización en la elección de autoridades universitarias.
Entre los asistentes estuvo Antonio Santos, también líder del CEU, quien difirió en la idea de que Carpizo haya sido sensible para instalar el diálogo. "Lo hubo, pero no fue concesión de ellos, sino un puente para encontrar una salida honrosa a la situación que ellos mismos habían generado".
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