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Hay dos temas que a los universitarios no les gusta tocar, tanto por su similitud histórica universitaria, como en la actitud de los dirigentes. En ambos casos, los dirigentes se encumbraron como los representantes de la izquierda y pretendieron rebasar los muros universitarios para dirigir el movimiento social y hasta la revolución armada en México.
Ambos, por los resultados, terminaron en la derecha, con el gobierno priista y traicionando al movimiento democrático universitario.
Fueron tiempos diferentes, pero la tragedia se repitió y al fin solo resultó una comedia.
Me refiero a los activistas de 1961, que se convirtieron en los principales impulsores del movimiento de Reforma Universitaria y que llevaron a los municipios y las comunidades la voz de los universitarios. Sin ellos no hubiera sido posible el movimiento estudiantil popular de 1964 y la caída del gobernador Antonio Nava Castillo.
El otro caso fue el golpe al maestro Samuel Malpica. Con Alfonso Vélez Pliego a la cabeza, enumbrtándose como representante de la Reforma Universitaria, toda la militancia del PSUM, a pesar de sus campañas política y del poder de la rectoría, no soportaron su derrota electoral ante el maestro Samuel Malpica.
En contubernio con el gobierno de Mariano Piña Olaya, dieron un golpe, desconociendo al rector, legítimamente electo, se apoderaron de la Universidad y llevaron a José Doger Corte como rector, quien junto con el gobernador Manuel Batlett, desarrollaron el proyecto de desmantelamiento de la Universidad Democrática e impusieron la reducción de la matrícula, el despido de trabajadores, la destrucción el Contrato Colectivo de Trabajo y la aplicación plena de la política educativa del gobierno federal.
Pues bien, con Aarón Merino Fernánndez a la cabeza, los activistas fueron copados, ganaron el Directorio Estudiantil Poblano, en 1965, con Germán Gutiérrez Herrera y sus principales dirigentes, Carlos Martín del Campo, Jesús Morales Tapia, El Coahuila, Alfonso Yáñez, Salvador Rosales, Edgar Bello y muchos otros estudiantes y con Julio Glóckner , José María Cajica, Hernández Sarmiento, Arvea y otros más, en una cercanía con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, hace 50 años iniciaron la regresión de la Reforma Universitaria.
La política educativa del presidente hacia las universidades, la dejó claro ante los poblanos y de Guadalajara. El gobierno federal -decía-, no puede hacerse cargo del financiamiento de la educación superior, y las instituciones deben buscar nuevas formas de financiamiento. Y efectivamente, Díaz Ordaz no incrementó lo subsidios a las universidades estatales. estas vivieron en el total abandono y en medis de una total represión como lo fue el asalto con paracaidistas del ejército mexicano e la Universidad de Michoacán, Sonora, Tabasco, la Universidad Antonio Narro, las normales rurales y la INAM y el IPN en 1968.
Díaz Ordaz, Aarón Merino Fernández y su grupo, ante la negativa explícita del presidente de aumentar el subsidio, legos de luchas por el incremento de subsidio, se sometieron a esa apolítica de financiamiento, redujeron el presupuesto a la escuela de Ciencias Físico Matemáticas y jos obligaban a impartir hasta 30 horas a la semana de clases.
Este grupo ya había provocado la renuncia del rector Manuel Lara y Parra y su rector, José F. Garibay Ávalos, encabezó personalmente las provocaciones contra el director de la preparatoria Benito Juárez, Francisco Arellano Ocampo, e impulsó su expulsión, presionó la renuncia de los directores de medicina y de Físico-matemáticas y despidió a la consejera de los empleados. Todos ellos se opusiere a su nombramiento como rector.
Las preparatorias, Economía, Ciencias Químicas y Físico-Matemáticas se fueron a la huelga, resistirán, hasta que -por el ostigamiento- renunció la planta de maestros de Físico matemática y se cerró la Escuela. Fueron expulsados decenas de profesores y estudiantes y se provocó una de las regresiones a la Reforma Democrática Universitaria más lamentables de la historia de la UAP.
El rector cayó,pero se nombró a una Junta administrativa, que representó otro de los períodos más obscuros de la vida académica universitaria y junto con el presidente de la República, el gobernador, la fundación Mary Street Jenkins, los empresarios y la derecha poblana, impulsaron en 1968, el Patronato universitario que pretendía privatizar la universidad, imponer cuotas del 50% del costos a los estudiantes universitarios, apoderarse de los bienes muebles e inmuebles de la UAP y decidir los destino universitarios como una universidad privada.
Ambos, por los resultados, terminaron en la derecha, con el gobierno priista y traicionando al movimiento democrático universitario.
Fueron tiempos diferentes, pero la tragedia se repitió y al fin solo resultó una comedia.
Me refiero a los activistas de 1961, que se convirtieron en los principales impulsores del movimiento de Reforma Universitaria y que llevaron a los municipios y las comunidades la voz de los universitarios. Sin ellos no hubiera sido posible el movimiento estudiantil popular de 1964 y la caída del gobernador Antonio Nava Castillo.
El otro caso fue el golpe al maestro Samuel Malpica. Con Alfonso Vélez Pliego a la cabeza, enumbrtándose como representante de la Reforma Universitaria, toda la militancia del PSUM, a pesar de sus campañas política y del poder de la rectoría, no soportaron su derrota electoral ante el maestro Samuel Malpica.
En contubernio con el gobierno de Mariano Piña Olaya, dieron un golpe, desconociendo al rector, legítimamente electo, se apoderaron de la Universidad y llevaron a José Doger Corte como rector, quien junto con el gobernador Manuel Batlett, desarrollaron el proyecto de desmantelamiento de la Universidad Democrática e impusieron la reducción de la matrícula, el despido de trabajadores, la destrucción el Contrato Colectivo de Trabajo y la aplicación plena de la política educativa del gobierno federal.
Pues bien, con Aarón Merino Fernánndez a la cabeza, los activistas fueron copados, ganaron el Directorio Estudiantil Poblano, en 1965, con Germán Gutiérrez Herrera y sus principales dirigentes, Carlos Martín del Campo, Jesús Morales Tapia, El Coahuila, Alfonso Yáñez, Salvador Rosales, Edgar Bello y muchos otros estudiantes y con Julio Glóckner , José María Cajica, Hernández Sarmiento, Arvea y otros más, en una cercanía con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, hace 50 años iniciaron la regresión de la Reforma Universitaria.
La política educativa del presidente hacia las universidades, la dejó claro ante los poblanos y de Guadalajara. El gobierno federal -decía-, no puede hacerse cargo del financiamiento de la educación superior, y las instituciones deben buscar nuevas formas de financiamiento. Y efectivamente, Díaz Ordaz no incrementó lo subsidios a las universidades estatales. estas vivieron en el total abandono y en medis de una total represión como lo fue el asalto con paracaidistas del ejército mexicano e la Universidad de Michoacán, Sonora, Tabasco, la Universidad Antonio Narro, las normales rurales y la INAM y el IPN en 1968.
Díaz Ordaz, Aarón Merino Fernández y su grupo, ante la negativa explícita del presidente de aumentar el subsidio, legos de luchas por el incremento de subsidio, se sometieron a esa apolítica de financiamiento, redujeron el presupuesto a la escuela de Ciencias Físico Matemáticas y jos obligaban a impartir hasta 30 horas a la semana de clases.
Este grupo ya había provocado la renuncia del rector Manuel Lara y Parra y su rector, José F. Garibay Ávalos, encabezó personalmente las provocaciones contra el director de la preparatoria Benito Juárez, Francisco Arellano Ocampo, e impulsó su expulsión, presionó la renuncia de los directores de medicina y de Físico-matemáticas y despidió a la consejera de los empleados. Todos ellos se opusiere a su nombramiento como rector.
Las preparatorias, Economía, Ciencias Químicas y Físico-Matemáticas se fueron a la huelga, resistirán, hasta que -por el ostigamiento- renunció la planta de maestros de Físico matemática y se cerró la Escuela. Fueron expulsados decenas de profesores y estudiantes y se provocó una de las regresiones a la Reforma Democrática Universitaria más lamentables de la historia de la UAP.
El rector cayó,pero se nombró a una Junta administrativa, que representó otro de los períodos más obscuros de la vida académica universitaria y junto con el presidente de la República, el gobernador, la fundación Mary Street Jenkins, los empresarios y la derecha poblana, impulsaron en 1968, el Patronato universitario que pretendía privatizar la universidad, imponer cuotas del 50% del costos a los estudiantes universitarios, apoderarse de los bienes muebles e inmuebles de la UAP y decidir los destino universitarios como una universidad privada.