Ana Maria Huerta Jaramillo
Afirma Jean-Marc Drouin que exactamente un siglo separa la fijación de la nomenclatura de Linneo, en 1758, en la décima edición del Sistema naturae, de la primera exposición pública que realizó Darwin de su teoría de la evolución, el primero de agosto de 1858, en la Sociedad Linneo de Londres.1 Tanto el trabajo de uno como el del otro conllevó a la elaboración de inventarios de especies o especímenes "recogidos, preparados, dibujados, descritos y reunidos en recintos, museos, jardines, herbolarios o gabinetes de historia natural, donde todos pueden verlos, observarlos, compararlos. Viajes y colecciones constituyen pues los dos polos de la historia natural".2 El método de esa historia incubado un siglo atrás y de acuerdo con el pensamiento de Bufón, requería de la excavación en los archivos del mundo, extrayendo antiguas reliquias de las entrañas de la tierra, juntar sus fragmentos, reuniendo indicios de los cambios físicos que permitan remontarnos a las edades de la naturaleza.3 La historia natural tuvo que representarse a través de sus propias muestras colocadas en escaparates, permitiendo así su lectura detallada a través de marcos y vitrinas. Se encuadró a la naturaleza para poder clasificarla.4 Y en esa experiencia se le tomó como modelo de belleza, como referencia pintoresca. En la arquitectura de la época, vidrios de puertas y ventanas eran decorados con temas vegetales, molduras de yesería colocadas en edificios redecoraron el ambiente trayendo a espacios urbanos la evocación de formas procedentes de jardines naturales y artificiales.
La adquisición del conocimiento sobre los seres vivos fluyó a través de comunidades académicas y de instituciones, y es precisamente durante el siglo XIX cuando se produjo la consolidación de ciertas profesiones que hasta antes parecían ser sólo apéndices de otras ramas del saber.
LOS GABINETES DE CIENCIA EN PUEBLA
Una década antes de la comparecencia de Darwin en Londres, en 1848, aparecieron en Puebla, de manera mucho más formal, dentro del plan de estudios de las ciencias médicas, los conceptos relacionados con los espacios donde quedarían depositadas las herramientas de trabajo y de información académica. En el rubro denominado "Edificio para el colegio de Medicina" se establece que el inmueble deberá tener la capacidad para contener las oficinas siguientes: una sala de disección, con cuatro mesas anatómicas, y la provisión necesaria de instrumentos y demás útiles; un aula mayor para las funciones públicas; una pieza para la biblioteca y archivo de puntos científicos; un gabinete de instrucción; y cuatro piezas para cátedras, dos de ellas deberían tener "comunicación franca con la sala de disecciones".5
Dentro del gabinete de instrucción estaba el conjunto de las colecciones siguientes: de huesos humanos para las lecciones de osteología; de estampas de anatomía y de los diferentes reinos de la historia natural, así como de partos, instrumentos y lesiones orgánicas; de sustancias farmacológicas con su caja de reactivos para el estudio de estos ramos; de algunas series de sustancias minerales nativas, de insectos, crustáceos, reptiles y de fósiles, tanto animales como vegetales, y el herbario; de algunos instrumentos y aparatos de física, de química y de farmacia; de instrumentos para la cirugía práctica y la obstetricia patológica para la práctica en los vivos; y finalmente de productos de anatomía patológica y comparada.6 La razón con que se argumenta la utilidad del estudio de la historia natural radicaba en que a la cabeza de ella se colocaba a la botánica, no haciendo mención en toda ella de la zoología ni de la mineralogía, pues "si bien esas dos ciencias son como aquella, destinadas a la clasificación de los seres naturales, la importancia para el médico es muy secundaria". A lo anterior se añadía la creencia de que los productos animales cuando no los había semejantes en el hombre, en pocas ocasiones se empleaban en su estado nativo, y las sustancias del reino mineral se empleaban muy modificadas por procedimientos químicos o farmacéuticos y se aprendía a conocerlas cuando se estudiaba materia médica.7
EL GABINETE DE HISTORIA NATURAL
Tuvieron que transcurrir 24 años para que en la actual Universidad Autónoma de Puebla ganaran terreno las disciplinas como la zoología y la mineralogía. Un indicio importante lo encontramos en el poblano Ignacio Blázquez (1830-1885), quien ingresó en 1874 al Colegio del Estado como preparador de historia natural y en el año de 1878 se convirtió en profesor de esta cátedra, utilizando el texto de botánica de Richard en sus clases. En 1864, Ignacio Blázquez junto con su hermano Pedro, publicó Memoria sobre el maguey mexicano. Agave maximilianea, disertación que dedicaron a los augustos monarcas Maximiliano I y Carlota. En 1875, un año después de que fueron abiertas las inscripciones a la Escuela de Medicina y Farmacia para los egresados de las escuelas preparatorias, se instaló en ella el gabinete de Historia Natural bajo la supervisión del ingeniero Pedro J. Seties. A lo largo de varios años se incluyeron en ese espacio gran cantidad de colecciones, entre las que destacaban el material zoológico y botánico, este último destinado al estudio de la organografía vegetal orientado a la taxonomía.8 El Gabinete estuvo localizado en la parte alta del edificio Carolino, edificio de origen colonial y recinto principal de la actual Universidad Autónoma de Puebla, en un conjunto de habitaciones que rodean al segundo patio. Los resultados de los estudios realizados por Ignacio Blázquez se publicaron en el Periódico Oficial del Gobierno de Puebla entre 1881 y 1885, bajo el título de "Calendarios Botánicos del Valle de Puebla", incluyendo familias, géneros, especies y nombre vulgar tanto de las plantas cultivadas como de las silvestres". También se daban a conocer los periodos de floración y, entre las plantas que se cultivaban, las que más dominaban y el lugar donde fueron observadas. En 1889, de acuerdo con los programas que regían en el Colegio del Estado, la educación preparatoria comprendía seis años. La botánica se cursaba en el quinto año y se empleaba el Curso elemental de botánica de Cauvet. Las prácticas de clasificación se hacían de acuerdo con el manejo de la bibliografía existente en el gabinete de Historia Natural bajo la supervisión del profesor, también aprendían el manejo de la lente y del microscopio. Cada alumno debería de presentar, con auxilio del preparador y bajo la dirección del profesor de Historia Natural, un herbario de cien plantas integrado con ejemplares de las familias más importantes por su aplicación médica.9
En 1898, el Jardín Botánico, ubicado en el patio central del Colegio del Estado, fue anexado al gabinete de Historia Natural con el objeto de realizar estudios de botánica, para lo cual fue incrementado el número de especies vegetales que existían con otras de la localidad y del extranjero, ubicadas por grupo de familias naturales. El Gabinete de Historia Natural dispuso del material necesario como instrumentos, soportes, cristalizadores y reactivos que se adquirieron entre 1897 y 1898. Con estos materiales los alumnos realizaron preparaciones microscópicas de botánica, que después pasaron a formar parte del Museo de Historia Natural del Colegio.10 Tales mejoras se produjeron durante la rectoría de José Rafael Isunza que abarcó los años de 1894 a 1910,11 quien al frente del Colegio del Estado de Puebla impulsó un conjunto de reformas materiales que produjeron la consolidación de los gabinetes de física, química, meteorología, histología y bacteriología, y que permiten afirmar que gracias a la universidad, a la academia científica y a la exposición industrial, las artes y las ciencias exactas fueron exploradas sistemáticamente. Se creó un nuevo tipo de ambiente, combinando los recursos de la celda, el estudio, la biblioteca y el taller. El descubrimiento y el invento, como cualquier otra forma de actividad, consisten en la interacción de un organismo con su medio.12
Para finales de 1907, el gabinete de Historia Natural contaba con la suma de elementos que fueron enriqueciéndolo paulatinamente desde el año de 1875 y que fundamentalmente podrían agruparse de la siguiente manera: el mobiliario; los instrumentos de precisión y observación; las planchas murales; el acervo bibliográfico especializado; una colección anatómica humana; una sección de animales mamíferos; una colección de aves; una colección de reptiles; una serie de especies marinas; insectos; el herbario; y una colección de minerales.13
Un aspecto que resalta y al que ahora me referiré de forma más detenida es el cúmulo de autores que representan a su vez grupos de estudiosos de diversas latitudes en torno a las disciplinas presentes en el gabinete. Alrededor del tema general de historia natural figuran textos de J. Villanova y Piera, H. Wagner, Francisco Hernández, Chenu, Edward Nelson, Rivera Gómez, García Ramón, J. Langlebert, G. Delaffosse, entre otros. Había un ejemplar de Emilie Ferrière sobre El darwinismo. Sobre zoología aparecen los autores Claus, Schoedler, Pérez Arcaz, Lamarck, M. Lucas, A. Mille Edwards, G. Philippon, Wilson, H. Beauregard, Laborowski. En cuanto a la mineralogía se incluía a J. D. Dana, a Delafosse, y a Daubree. Había también un Manual de geología de Andrés Manuel del Río, y otro de Barcena sobre el mismo asunto. Acerca de los temas botánicos figuraban Lemaout y Decaisne, Payer, Robin, Germain de Saint-Pierre, Cauvet, D. Boix, K. Prantl, Rodin. Destacaban los 24 tomos de De Candolle bajo el título Prodromus systematis naturalis. Un rubro interesante lo constituyen los manuales, los hay como el de Luis Olivier sobre procedimientos operatorios en histología vegetal; o sobre la caza y preparación de las aves; de Guillermo W. Dean sobre agricultura, horticultura y floricultura; los de Manuel Roset y de M. Boitard sobre el naturalista preparador. Además se contaba con diccionarios latino-español, francés-español, griego-francés y francés-griego. Mención especial merecen los trabajos más bien localistas de José O. Aguilera y Ezequiel Ordóñez sobre Una expedición científica al Popocatepetl, y un tomo manuscrito sobre Historia Natural del mismo Ignacio Blázquez.
Otro rasgo característico del gabinete de Historia Natural y estrechamente relacionado con el manejo bibliográfico es el empleo de instrumentos de laboratorio como microscopios, hematoespectroscopios, lentes de diversas formas, estuches de disección, balanzas, pesas, agujas, cápsulas, vasos, copas, morteros, probetas, embudos, y más. Algunas actividades docentes en la misma ciudad de Puebla parecen estar relacionadas con algunos rubros de estudio que poseía el gabinete de Historia Natural. Por ejemplo, los alumnos que se inscribían en la Escuela de Artes y Oficios, fundada en el año de 1886, podían elegir entre otros oficios los de carpintero y marmolista, dorador o platero. En cuanto al primero, los carpinteros, les habría sido de mucha utilidad el conocer la colección contenida en el gabinete de 47 trozos de maderas de Puebla, más 258 trozos cuadrados, de 10 centímetros por cada lado, de maderas consideradas "finas". En el listado del gabinete figura también una colección de 835 minerales catalogados, otra más de ónices del Estado de Puebla compuesta de 34 ejemplares, y una colección de diez muestras de piedra de Santo Tomás. Los doradores, también de la Escuela de Artes y Oficios, aprenderían a iluminar a la naturaleza sobre diversos tipos de materiales; los plateros harían posibles los espejos donde se reflejarían los diferentes escenarios, representaciones y vitrinas, como medios de conocimiento. La industrialización impulsada por el gobierno de Porfirio Díaz también requirió de la clasificación, del reconocimiento de tallas y medidas, de la realización de inventarios de recursos naturales que colocaran a México en un diálogo de intercambios comerciales a través de las exposiciones, y en ello tuvo que ver también el desarrollo de la Historia Natural decimonónica.
NOTAS
1 Drouin, J. M. "De Linneo a Darwin: los viajeros naturalistas", en Historia de las Ciencias, Serres, M. editor, Cátedra, Madrid 1991, pp. 363-379
2 Ibid.
3 Toulmin S. y Goodfield J., El descubrimiento del tiempo, Paidós, Barcelona, 1990.
4 Bartels K., "La caja de imágenes digital. El mundo como teatro computacional", Diógenes, No. 163, 1996, pp. 48-79
5 Archivo Histórico de la Escuela de Medicina. Biblioteca Central José Ma. Lafragua, BUAP. Programa de reformas y parte expositiva que sobre estudio de ciencias médicas en este Estado de Puebla, presenta la Junta compuesta de la Dirección de Sanidad y Catedráticos del Colegio de Medicina, la comisión nombrada para el efecto. En 30 de septiembre de 1848, fa. 24 vta.
6 Ibid.
7 Ibid.
8 Moreno Botello, M. C. del R., Catálogo del Herbario Histórico de la Biblioteca José María Lafragua de la BUAP, Puebla, (tesis) Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Ciencias Químicas/Departamento de Farmacia, 1993.
9 Ibid.
10 Ibid.
11 Huerta, A. M., La Rectoría de José Rafael Isunza, 1894-1910. Academia, financiamiento y matrícula en La mirada del fénix. Universidad y sociedad en Puebla, 1880-1990, Pansters, W. (coord.) Puebla, Pue, BUAP-Centro de Estudios Universitarios, 1996, pp. 45-74.
12 Mumford,Lewis, Técnica y civilización, Alianza Editorial, Madrid, 1971.
13 AHEM. BCJML, Inventario de los muebles, utensilios, que existen en el Gabinete de Historia Natural, 1907, manuscrito.
Ana María Huerta es investigadora del ICSyH-BUAP. ahuerta@siu.buap.mx