Recordar a 45 años de distancia, es difícil si no se tiene un referente histórico. Por ello me atreví a consultar, lo que consideré la cronología más completa posible de esos acontecimientos en un excelente documento denominado "Cronología del Movimiento Estudiantil de 1968" que Consuelo Sánchez aporta en la "Revista Memoria" (México). Así, en la medida que la iba consultando, los hechos, las imágenes, los conceptos y las palabras cobraron nuevamente vida.
Cuando ingresamos a la Facultad de Química, a los que veníamos de la prepa dos nos distribuyeron en los diferentes grupos, creo que eran ocho, pues fuimos de las últimas generaciones que en el sistema de Preparatoria cursamos el de "Bachillerato Único" -una propuesta de José Vasconcelos-, que consistía en realizar de corrido los estudios de secundaria (3 años) y los de prepa (en aquel entonces de 2 años), esto es, que recién salidos de la primaria ya éramos universitarios, con profesores universitarios y con un ambiente increíblemente nuevo para nosotros, o sea, bien "pumas".
Ante esta situación, durante los primeros días en la Facultad de Química logramos tramitar ante el director, de apellido Herrán, que todos los de la prepa dos quedáramos en el grupo dos, siempre identificados, siempre amigos.
En la Facultad había un grupo de estudiantes españoles, hijos de refugiados del franquismo. Eran simpáticos, siempre en la cafetería leyendo periódicos y gritando con las "eses" y las "zetas". Nosotros nos juntábamos con ellos, pues las noticias eran parte de esa iniciativa de conocer la realidad que nos dejó un entrañable maestro que en la Prepa tuvimos, Eli de Gortari. Siempre daba su cátedra de Lógica y Ética de espaldas a nosotros, sentado en el escritorio en posición de "loto" y pintando cuadros con puntilleo de tinta china.
A las primeras noticias que tuvimos del enfrentamiento entre estudiantes de las vocacionales 2 y 5 con los de la prepa Ochoterena el 22 de julio no se les dio gran importancia, pues pensamos que no iba a más que un "trompo" y hasta ahí, pero las versiones iban cambiando, como en el juego del "teléfono descompuesto". Lo que llamó la atención es que aparecen los granaderos el 23 de julio y golpean a los estudiantes y lanzan bombas lacrimógenas. Los estudiantes responden la agresión aventando piedras. Los granaderos persiguen a los estudiantes por las calles cercanas a Bucareli. Luego de horas de enfrentamientos, los estudiantes se refugian en la vocacional 5. Los granaderos se introducen en el plantel, golpeando a los alumnos, profesores y empleados que les impiden el paso. Estudiantes y maestros, deciden realizar un paro inicial de 72 horas en protesta por las agresiones de la policía.
El fondo de la cafetería de la Facultad de Química se convirtió en una sala de lectura de los periódicos. Y a partir de ese día las notas y comentarios, sobre todo lo que sucedía, significo la forma más certera de la información.
Al día siguiente, los estudiantes de las vocacionales 5 y 7 deciden realizar una manifestación en protesta contra las agresiones de la policía. A su iniciativa, se adhieren otras vocacionales y escuelas superiores del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), sindicato estudiantil corporativo y oficialista, deciden encabezar la protesta para recuperar su posición política, que ya tenían perdida, pues ya se habían salido de control varias escuelas superiores y vocacionales.
Había otras dos corrientes con influencia dentro del IPN; una aglutinada en la Juventud Comunista y la otra en el espartaquismo, contrarias a la FNET.
El viernes 26 de julio, se llevan a cabo dos manifestaciones autorizadas por el Departamento del Distrito Federal, pues antes era necesario pedir permiso. Cada una convocada por diferentes agrupaciones, con itinerarios y horarios distintos. Una es convocada por los estudiantes del IPN en protesta por la intervención de los granaderos en la escuela vocacional 5 y en demanda de la desaparición delcuerpo de granaderos y la destitución de los jefes de la policía preventiva del DF, Luis Cueto Ramírez y RaúlMendiolea. Aquí surge la primera demanda del movimiento. La otra manifestación es convocada por la Coordinadora Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), la Juventud Comunista y las sociedades de alumnos de diversas escuelas del IPN y de la UNAM, la cual es denominada "Marcha Juvenil por el 26 de Julio", en conmemoración del XV aniversario del asalto al cuartel Moncada y en solidaridad con la Revolución Cubana, cuyos organizadores conocen el problema de los estudiantes de la vocacional 5, por lo que incluyen en sus mantas lemas de apoyo a sus reclamos. Esta marcha concluye con un mitin en el Hemiciclo a Juárez.
La manifestación de los estudiantes del IPN concluye con un mitin en el Casco de Santo Tomás, y deciden trasladarse al Zócalo (sin la FNET). A la altura de la Torre Latinoamericana, coinciden con la manifestación de apoyo a la Revolución Cubana. Ahí se marca una línea para que ésta continúe su ruta hacia el Hemiciclo a Juárez y los del Politécnico hacia el Zócalo por la calle de Madero. Pero estos últimos, en la calle de Palma, son atacados por granaderos y obligados a retroceder hasta la Alameda Central. Los estudiantes se dirigen al mitin que se lleva a cabo en el Hemiciclo, donde informan de la golpiza que han sufrido y piden apoyo. De inmediato, se organiza una marcha conjunta hacia el Zócalo, vitoreando a la UNAM y al IPN y lanzando consignas en contra de los jefes policíacos y la represión y a favor de la unidad estudiantil –un factor importante que se mantuvo durante el movimiento-. En el camino, algunos estudiantes sacan alcantarillas de concreto y las estrellan contra el piso para hacerse de piedras. En las calles de Palma y Cinco de Mayo, los estudiantes se encuentran de nuevo con los granaderos y la policía. Éstas se lanzan contra los manifestantes, correteándolos y golpeándolos con brutalidad sin distinguir entre manifestantes y simples transeúntes, lo que obliga a la gente a replegarse hasta la glorieta del Caballito.
Los del Politécnico se van a la Escuela Superior de Economía, donde está realizándose un festival en homenaje a la Revolución Cubana. Allí los estudiantesacuerdan lanzarse a la huelga esa misma noche. A ese acuerdo se van sumando las vocacionales 5 y 7; la Escuela Nacional de Medicina Homeopática, y, al día siguiente, la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo; la Escuela Técnica Industrial Wilfrido Massieu y la Escuela Superior de Ciencias Físico-Matemáticas. Los estudiantes de las preparatorias 2 y 3, al salir del festival que se realizaba en el Colegio de San Ildefonso, fueron golpeados por granaderos; indignados, los preparatorianos se refugian en los edificios universitarios e inician la batalla contra la policía. El conflicto se extiende en una área de ocho manzanas. Como resultado de la represión policiaca, hay más de 500 heridos y decenas de detenidos, entre ellos algunos extranjeros.
Po la noche, agentes de la Dirección Federal de Seguridad, con el apoyo de elementos del Servicio Secreto y de otras policías, ocupan las oficinas del Comité Central del Partido Comunista Mexicano (PCM) y los talleres gráficos de la Voz de México (órgano del PCM) y aprehenden a las personas que se encuentran en las instalaciones. En otros sitios, se toman presos, sin orden judicial, a miembros del PCM, de la Juventud Comunista y de la CNED.
El sábado 27 de julio, después de salir del laboratorio de análisis de química inorgánica, con los ojos rojos de tanto ácido sulfhídrico que se genera en el ambiente (ese profuso olor a huevo podrido), nos fuimos a la cafetería y las noticias estaban ya muy candentes. Los estudiantes de la prepa 2 nos enteramos que nuestra ex escuela, estaba rodeada por las fuerzas policiacas e inmediatamente nos reunimos en nuestro salón. Ahí, en la discusión nos enteramos que oficialmente ya éramos "agitadores profesionales", que éramos "trostkistas y comunistas", que lo que estaba pasando era "subversivo" y que había una "conjura internacional" en contra de la olimpiada. Decidimos acudir a la prepa y apoyar a los compañeros que ahí estaban adentro.
Cuando llegamos, resultó que no éramos los únicos, había estudiantes de la UNAM, del IPN y de la Escuela Normal que circundan las preparatorias 1, 2 y 3,quienes cierran el tráfico en las esquinas con barricadas de camiones con las llantas desinfladas. En una asamblea en el anfiteatro Justo Sierra en el Colegio de San Ildefonso, nos informan que las vocacionales y escuelas superiores del IPN constituyeron el Comité Coordinador de Huelga del IPN y se acuerda: 1) lanzarse a la huelga general y no suspenderla hasta que sean resueltas las demandas de desaparición del cuerpo de granaderos y la renuncia del jefe y subjefe de la policía preventiva del DF, Generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, respectivamente; 2) desconocer a la FNET como órgano representativo de los estudiantes politécnicos; 3) formar comités de Lucha en todas las escuelas técnicas; y 4) designar comisiones para discutir con estudiantes universitarios, normalistas y chapinguerosla integración de un frente estudiantil.
El domingo 28 de julio, desde la azotea vimos que los granaderos quitaban las barricadas en el área de las prepas 1, 2 y 3, mientras nos mantuvimos dentro de los edificios escolares, a puertas cerradas. De las noticias periodísticas nos informamos que consignaron a las personas detenidas los días 26 y 27 de julio.
Por la noche nos llevan tortas y refrescos y nos informan que en la UNAM, se reúnen el Comité Coordinador de Huelga del IPN y los representantes de varias escuelas de la UNAM, de la Escuela de Agricultura de Chapingo y de la Escuela Normal. Debaten la posibilidad de lanzarse a una huelga en todos los planteles y suspenderla hasta que sean satisfechas las siguientes demandas: 1) desaparición de la FNET, de la "porra" universitaria y del Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO); 2) expulsión de los estudiantes miembros de las citadas agrupaciones y del PRI; 3) indemnización por parte del gobierno a los estudiantes heridos y a los familiares de los que resultaron muertos; 4) libertad a todos los estudiantes detenidos; 5) desaparición del cuerpo de granaderos y demás policías represivas; y, 6) derogación del artículo 145 del código penal, que sanciona los delitos de "disolución social". Ya la Facultad de Ciencias Políticas estaba en huelga desde el 14 de julio en solidaridad con Demetrio Vallejo, líder ferroviario preso.
Para el lunes 29 de julio se generalizan las barricadas con autobuses alrededor de las vocacionales 2 y 5 y la prepa 7. Por la tarde se incorporan más estudiantes con nosotros como producto de la represión en el Zócalo. En la noche, reunidos en el patio de la prepa nos informaron que el Casco de Santo Tomás estaba también rodeado de barricadas.
Los de la prepa dos nos encontrábamos en la prepa 1, ahí en medio de los murales de Diego Rivera y de la incertidumbre, empezamos a acumular comida, pues pensábamos que nos iban a cercar hasta que nos rindiéramos por hambre; trazábamos nuestras rutas de escape; acumulábamos en la azotea y en algunas ventanas, piedras, botes de basura, palos, pupitres (de los más pesados), en fin todas las iniciativas eran bienvenidas. Organizamos nuestras guardias, para dormir un poco. Nos comunicábamos con nuestras familias y les decíamos que "todo estaba bien", que "no pasaba nada" porque estábamos dentro de la prepa y por supuesto, era nuestra fortaleza, nuestra seguridad.
El martes 30 de julio con gran asombro de nuestra parte llegan tanques ligeros, jeeps con cañones y mucha tropa; se colocan en las calles frente al edificio de la prepa. Desde la azotea les aventábamos lo que podíamos: palos, piedras, cubetas, pupitres y todo lo que habíamos juntado. No les hacíamos nada, porque se plegaban a la pared y no alcanzábamos a darles. Además no podíamos asomarnos mucho porque desde otros edificios nos veían y temíamos que nos fueran a tomar fotos. Protegidos por los carros militares enfilan una bazuka hacia la puerta principal, la disparan, derriban la puerta y se preparan para entrar.
El ruido estrepitoso del "bazucazo", me aflojó las piernas, sentía que estábamos perdidos; pero empezamos a gritar desde la misma azotea que había que abandonar el edificio. Brincamos hacia otras azoteas nos descolgamos por algunas cuerdas y cajones de tendederos de ropa; rápidamente bajamos por las escaleras de una vecindad que da a la calle del Carmen. Debido a que habían concentrado a los militares en la puerta de la prepa para entrar, hubo oportunidad de salir, al principio "tranquilos" pero después corriendo, al llegar a la calle Loreto hacia la izquierda llegamos al mercado "Abelardo Rodríguez", éramos una veintena. Nunca supimos a cuántos apresaron.
Después de que entraron a la prepa, toda la manzana que la rodea fue cateada, casa por casa, por los soldados. Desde el mercado ya confundidos con las gentes veíamos movimientos de más tropa, decidimos dispersarnos y concentrarnos en C.U.
En Ciencias Químicas, las noticias nos llegaban como reguero de pólvora (literalmente). En la vocacional 5 los estudiantes que se encontraban también en el interior de la escuela querían dialogar con los militares, pero sólo se les dieron 5 minutos para abandonar el edificio, resultando 124 estudiantes detenidos y trasladados al Campo Militar número 1.
Lo mismo en la vocacional 7, los estudiantes intentaron amarrar cadenas, pusieron mesa-bancos y varios compañeros querían quedarse ahí tomados de la mano para impedir que el ejército tomara la escuela. Sin embargo, al oír las noticias de lo que estaba sucediendo y al ver llegar las tanquetas, corrieron. Salió mucha gente de Tlatelolco a mentarle la madre al ejército; muchos se fueron a refugiar en la unidad habitacional. Ahí empezó a gestarse una cierta identidad entre los estudiantes y los habitantes de Tlatelolco.
Para el 31, el saldo de lesionados y detenidos entre la noche del día 29 y la madrugada del 30 de julio, según El Universal, asciende a más de 400 lesionados y alrededor de mil jóvenes presos en "organismos policiacos y militares". Se informa que los hospitales de Balbuena, La Villa, Xoco, Rubén Leñero, Cruz Roja, Centro Médico y Hospital Militar "resultaron insuficientes para dar atención a los lesionados", muchos de ellos con heridas de gravedad. Los estudiantes sostienen que hay 48 muertos como resultado de los enfrentamientos del 26 al 30 de julio.
Los periódicos informaban en el parte militar: "se procedió a desalojar a los alborotadores en la zona comprendida de Perú a Corregidora y de El Carmen a Argentina." "Un grupo aproximado de 300 a 400motineros." Añade: "se les exhortó a abrir la puerta, a lo que se negaron y cuando un pelotón de paracaidistas se disponía a forzar la puerta se escuchó una fuerte detonación, seguramente producida por la explosión de los detonadores ya mencionados". Cuestión que les puso frente a la mentira, pues en la fotografía que publicaron los diarios, se veía al soldado con la bazuca previo al disparo. Esta decisión, se tomó mientras el presidente Gustavo Díaz Ordaz estaba en Jalisco.
En fin, en toda la prensa la información era la oficial y pintaba a los militares y policías como héroes, que habían encontrado "bombas de aviación de manufactura americana, bombas molotov y propaganda comunista". Que solamente "habían detenido a 180 alborotadores", etc. Ellos los buenos, nosotros los malos.
Recapitulemos: El ejército entrega a la policía preventiva del DF y ésta a las autoridades de la UNAM, las Preparatorias 1, 2 y 3. Las autoridades universitarias se reúnen en la explanada de rectoría, donde el Rector Javier Barros Sierra iza la bandera a media asta en señal de luto por la violación a la autonomía universitaria.
Al día siguiente nos lanzamos al mitin en la explanada de rectoría convocada por el mismísimo Barros Sierra y nos informa de los planteles ocupados por el ejército; la amenaza a la autonomía universitaria y nos llama a la necesaria unidad y a mantener dentro de la ley nuestra protesta.
Los del poli le piden a Guillermo Massieu, su director, que asuma la misma posición que Barros Sierra, pero se niega a hacerlo. Se anuncia para el día siguiente la marcha que saldrá de C.U. al Zócalo.
En la Facultad de Química ya estábamos en huelga. Empezamos a diseñar y pintar nuestras mantas, en el comité de lucha nos organizamos en comisiones de finanzas para realizar "boteo" y propaganda a través del volanteo; por grupos académicos se organizaron grupos no mayores de 8 ni menores a 4 para el trabajo en las brigadas y las guardias nocturnas. Además un pizarrón enorme que estaba en la entrada de la escuela lo convertimos en periódico mural, le entrábamos a todo, más los de tercer año, y los que veníamos de la prepa 2.
Nuestro local del comité de lucha era la oficina del servicio social; ahí nos concentrábamos para redactar los volantes; a trabajar con nuestro mimeógrafo; preparar las reuniones ya sea de asamblea que hacíamos en el auditorio, o las que en número más reducido hacíamos en la cafetería junto con la "españolada".
Además por las enseñanzas del maestro Eli de Gortari, organizabamos un archivo de todo documento que cayera en nuestras manos. Así que en un archivero prestado catalogábamos esos desplegados, manifiestos, declaraciones, volantes, fotos, etc.
Ese jueves, 1° de agosto, desde la tarde se empieza a llenar la explanada de rectoría y otros espacios a su alrededor. El Rector se dirige a todos y nos llama a guardar cordura, pero "no a dejar la lucha por conquistar las libertades democráticas con energía dentro de la ley".
Los bloques de las escuelas de la UNAM, Politécnico, Normal y Chapingo, todos con sus respectivas comisiones de control y seguridad, además con la confianza de que el Rector con directores y maestros encabezaba la marcha.
Empezamos a caminar sobre Insurgentes, pero al llegar a Félix Cuevas la marcha se regresa por la misma, pues se informó que en el parque hundido, había destacamentos de militares.
Ya en CU, otra vez el rector se dirige a los cerca de 100 mil estudiantes y nos dice que "la lucha no acaba aquí, y que seguiremos adelante". Se hace un minuto de silencio en memoria de los caídos del 26 de julio y el canto obligado del Himno Nacional.
El viernes en asamblea nuestra escuela nombra a los tres representantes al Consejo Nacional de Huelga, que se constituye por la noche.
Ese fin de semana, empieza una guerra de "periodicazos", aparecen desplegados en pro y en contra del movimiento estudiantil. La FNET contra el movimiento; la CNED a favor y muchas declaraciones oficiales desvirtuando todo lo nuestro. Siempre, ellos los buenos y nosotros los malos.
En el comité de lucha nos llega la información que se han distribuido más de un millón de volantes; miles de pancartas que se han pegado en las paredes por todos los rumbos de la ciudad. Con más ánimo nos reincorporamos al brigadeo. Con un mapa de la Ciudad de México, nos organizamos a que por grupo académico se integraran al brigadeo con su correspondiente nombre de la brigada y los lugares donde iban a repartir volantes.
Aquí me detengo para sólo decir algunos nombres de estas brigadas: "clorosulfonación", "destilación", cristalización", "quimicones", "Einstein", "chipocludosen conserva", "trotskistas", "comunistas"; en fin, no me alcanza la memoria, pero era la forma de identificarlos, por supuesto con los nombres de cada integrante de cada brigada, teléfono, etc.
Fue un arranque, regresaban contando una gran cantidad de experiencias, con los botes llenos de monedas, cansados pero felices de haber engañado a los policías cuando los descubrían. Decidimos que un miembro del Comité de lucha se incorpore en cada brigada.
Las experiencias que para el fin de semana eran los mítines relámpago en camiones, mercados, salidas de los cines, colonias populares; pintas en las bardas, pegas de posters, en paredes y camiones. Hubo detenidos pero regresaban a los tres días. Se había duplicado el archivo. Nos reorganizamos para descansar en nuestras casas porque algunos "reventamos".
Para la semana siguiente nos estabilizamos, por así decirlo; el brigadeo se mantuvo a buen ritmo. El dinero recolectado en el boteo, era llevado a la Facultad de Psicología, escuela encargada de contar y cambiar las monedas de todas las brigadas de la UNAM. Las futuras psicólogas tenían las manos lastimadas, de tanto contar monedas, siempre lo hacían en un salón de clases a puerta cerrada por dentro.
Más adhesiones al movimiento se conocían todos los días, en la cafetería y a gritos, con su peculiar forma de hablar "la españolada" hacía sus cápsulas de información del movimiento, y en cada nota del fortalecimiento de la huelga, todos gritábamos de gusto, así como cada noticia de las autoridades del gobierno las recibíamos a chiflidos y mentadas de madre. Siempre el ánimo estaba arriba, al final nuestra "Goya".
Habia manifestaciones de solidaridad en diferentes partes del país a favor del movimiento. Además se informaba de los acuerdos del CNH, que prácticamente sesionaba todas las noches en el auditorio de la Facultad de Medicina; de sus comunicados, de sus desplegados en la prensa, pagados por el boteo; de las comisiones que partían a casi todos los estados de la República para informar directamente sobre la situación del movimiento.
En el comité de lucha discutíamos el comportamiento del director del Poli, Ruiz Massieu, que se ostentaba como único interlocutor con el gobierno para dar "solución al conflicto"; su posición siempre fue tibia, por eso los politécnicos lo mandaron al diablo.
El CNH da un ultimátum para que las autoridades del gobierno cumplan con las demandas del pliego petitorio y convoca junto con los maestros Pro Libertades Democráticas a una manifestación para el 13 de agosto.
Y a trabajar para la asamblea del lunes en la Facultad y dar los lineamientos de seguridad de la marcha que salía del Casco de Santo Tomás en el Poli, hacia el Zócalo: 1) no tomar camiones para trasladarnos al Poli; 2) cada quién, grupo o brigada llegará por su cuenta; y, 3) comisiones de seguridad, de volanteo, de mantas, etc. En esa asamblea sentíamos la presión de los padres sobre los activistas, por los que se consideró que aquellos compañeros que no pudieran ir, se quedaran en la Facultad, con los teléfonos al pendiente de cualquier noticia.
Y llegamos al Zócalo. De la facultad, fuimos como la tercera parte, pues había temor por lo que había pasado en la que encabezó el Rector Barros Sierra. En ésta marcha nos acompañaron grupos de obreros y campesinos, y en el mitin aparte de nuestras demandas, las de ellos; democratización de las organizaciones sindicales "charras"; el respeto a la Constitución; libertades democráticas al pueblo, entre otras.
En los días siguientes se multiplican las declaraciones de diferentes organizaciones estudiantiles y no estudiantiles a favor del movimiento; nuestro balance de esto era que por fin habíamos conquistado la calle y el Zócalo; en la cafetería había optimismo, música y un fuerte ambiente de confianza ya que considerábamos que íbamos avanzando: El CNH se fortalecía.
Por esos días se reunió el Consejo Universitario y decidió apoyar el movimiento y hacer suyas las demandas del pliego petitorio. Una labor por parte del Comité de Profesores Pro Libertades Democráticas, donde sobresalían los nombres de Eli de Gortari, Heberto Castillo y Marcué Pardiñas.
A este último lo conocía de antes, cuando trabajaba en un taller de fotograbado y él llegaba algunas veces por la noche y le elaborábamos los "clichés" para la imprenta, pues era el director de la revista "Política". Nos pagaba horas extras dobles. Siempre nos daba el discurso opositor al sistema y otras cosas muy interesantes. En ese taller una vez por la noche arrojaron una bomba, destruyendo la cortina y algunos muebles de la recepción. Marcué dejó de llevar trabajo al taller.
El domingo 18 de agosto fuimos al festival popular que se organizó en CU, ahí nos enteramos que se invitaba a un debate público a los diputados y senadores para el próximo martes, pero no fueron. Se hizo en su lugar un mitin y hablaron Heberto Castillo y Eli de Gortari, a quien al final saludamos los de la Prepa 2, y bien que se acordó de nosotros. Lo invitamos a que nos diera una plática en la Facultad, pero sólo pudimos tomarnos un café con él. Con sus acostumbradas palabras nos tenía atentos, pues analizaba que ante la opinión pública el gobierno empezaba a ponerse entre la espada y la pared, que maduraba la iniciativa del diálogo público; ante la televisión, la radio, periodistas nacionales e internacionales; que las miradas de otros países estaban enfocadas en nosotros y que habíamos desplazado a los reaccionarios y provocadores de nuestro movimiento.
Toda esa semana el tema fue "diálogo público". Las respuestas del gobierno decían "que sí, pero no público", o sea "en lo oscurito". En la Facultad, el Comité de Lucha y la "españolada", organizábamos pequeñas mesas de discusión en la cafetería, pues el empuje del brigadeo había bajado. Era necesario mantener concentrados a los estudiantes.
Para el viernes 23 de agosto ya era un grito nacional el "diálogo público" y se anuncia otra manifestación para el martes 27 del Museo de Antropología e Historia al Zócalo.
Motivados por la anterior manifestación que llegó al Zócalo, nos preparamos con más mantas, más organización y más seguridad. En la asamblea en el auditorio se votó que toda la Facultad participe toda vez que se agotaba el tiempo que se había dado para que el Gobierno cediera a los seis puntos del pliego petitorio. Nuestro bloque era más grande, con más control y más combativo en las consignas que gritábamos. Al pasar por la Embajada estadounidense, calladitos, todo el edificio protegido por granaderos.avanzabamos y la gente nos animaba; hacían columnas sobre las banquetas y nos saludaban con la "V" de la victoria.
Ya en el Zócalo, todos sentados en el suelo después del obligado mitin se prendieron papeles a manera de antorchas, se izó la bandera roji-negra en el asta central y se decidió quedarse ahí en un plantón hasta que se diera solución a las demandas. Acordamos en ese momento que las mujeres se regresaran a sus casas; algunas accedieron, algunas, las más combativas, se quedaron.
A media noche como perros de caza, nos rodea el ejército con tanquetas ligeras y sus luces, forman columnas de tal manera que no teníamos por dónde salir, excepto por la calle Madero, pero al llegar a Aquiles Serdán, por la torre Latinoamericana, estaban otros destacamentos militares, pegando con las culatas de sus rifles para dispersarnos. Algunos corrimos hacia el edificio de Telégrafos, hasta llegar a República de Cuba, y finalmente en el mercado 2 de abril. Caminamos por Mina y llegamos hasta el Jardín de San Fernando, éramos como 50, que acordamos ir a nuestras casas y reagruparnos en CU al día siguiente.
Para el miércoles en la facultad, todo eran anécdotas, la cafetería se llenó y por la radio se informaba que se iba a realizar en el Zócalo un acto de desagravio por los de la bandera roji-negra. Esperamos la postura del CNH. El jueves empezamos a informar sobre el acto de desagravio, bajaron la bandera roji-negra y al izar la bandera nacional se atoró quedando a media asta. La gente que llevaron eran trabajadores del Departamento del D.F. y molestos por esa forma de acarrearlos empezaron a gritar "así dejen la bandera, por los estudiantes muertos", les salió al revés la cosa porque después de corregir el atorón y volverla a izar, la gente no se quería ir del Zócalo, pero igual que en la madrugada, los desalojaron por la fuerza.
Seguimos imprimiendo volantes y reanudamos nuestrobrigadeo. Pero con muchos problemas, pues la Ciudad estaba más vigilada. Con los acuerdos del CNH, suspendimos el brigadeo y esperamos la respuesta deDiaz Ordaz en su informe de gobierno. Pensábamos que el presidente se podía lucir en su informe y dar salida y solución a las demandas del pliego petitorio.
En la tele y en la radio estuvimos muy atentos escuchando a Díaz Ordaz, después de una hora que le dedicó al movimiento estudiantil, concluimos que no daba salida, que se mantenían en lo mismo y en algunas partes planteaba que seguiría reprimiendo.
La línea del gobierno estaba dada. De inmediato como en cascada, todas las autoridades y corporaciones oficiosas, se lanzan contra el movimiento. Por parte del CNH se le da respuesta al informe de Díaz Ordaz y se plantea que para el 9 de septiembre se realice el diálogo público en el Auditorio del Centro Médico con periodistas, radio y televisión.
En la Facultad, se reducen las brigadas a sólo 6, las más combativas, damos la lucha en el brigadeo, una de ellas es perseguida, apresada y llevada a los separos de la policía del DF. Nos movilizamos y con sus familiares los ubicamos rápidamente, antes de que los trasladaran al Campo Militar No. 1 y tres días después con el pago de la multa por parte de sus familiares, salieron. Toda esa semana hubo desánimo.
El CNH convocó a un mitin en Tlaltelolco, asistimos como 300 de la Facultad, nos informaron que algunas universidades del interior de la República habían levantado la huelga y regresaban a clases. Sin embargo se llenó la explanada.
A los sobrantes de las mantas les pintábamos los nombres de los funcionarios del gobierno y con una cuerda se la sujetábamos a los cuerpos de los perros callejeros. Después veíamos a los policías tras los perros para quitarles su "capa".
El lunes amanecimos con la noticia de que el Rector Barros Sierra llamaba a discutir por escuelas la posibilidad de regresar a clases. El CNH rechaza esa propuesta y convoca a realizar una "marcha del silencio", para el viernes 13 de septiembre con el mismo recorrido que la anterior.
En la Facultad nos organizamos para asegurar nuestra mayor participación en la marcha. Lo logramos, fuimos muchos más que las veces anteriores, nos acompañaron también algunos padres de nosotros. Fue impactante, en todo el recorrido la genta nos aplaudía y nos animaba con gritos y vivas a los estudiantes. Logramos rescatar el espacio de la calle y del Zócalo.
El domingo 15 de septiembre dimos el grito en la explanada de la Rectoría. Crecía el rumor de que las clases se reanudarían; el martes se hizo una asamblea en el auditorio de la Facultad; después de 4 horas de discusión se decidió seguir con la huelga y así lo dimos a conocer al CNH, todas las escuelas acordaron lo mismo.
El miércoles 18 me tocaba junto con otros 7 compañeros la guardia por la noche, recién acabábamos de reparar nuestro mimeógrafo y llegó corriendo un compañero, avisando que el ejército había entrado a CU, no hicimos caso, porque siempre nos decían lo mismo, como el cuento de "ahí viene el lobo", pero ésta vez después de unos minutos nos asomamos por la azotea de la dirección y vimos correr a muchos. Cuatro de nosotros nos metimos a la dirección para colocar dentro de una atarjea del caño, el archivo de los alumnos de la Facultad.
Cuando salíamos de la dirección, un militar con su fusil nos apuntaba, muy joven, blanco, se le salían los ojos, estaba más asustado que nosotros, le temblaban los brazos, no habló para nada, sólo nos hacía señas con la punta del fusil hacia dónde debíamos dirigirnos. Saliendo de la escuela hacia la Facultad de Ciencias, nos esperaba un carro del ejército con las luces apagadas y nos subieron.
Nos trasladaron a la parte superior de la explanada de Rectoría y ahí nos bajaron del carro y nos obligaron con patadas en las corvas de las piernas a tirarnos al piso boca abajo. Alguien gritó "órale sáquenle la foto a estos hijos de la chingada", en los flashazos sólo pudimos levantar las manos haciendo la "V" de la victoria. Con el tiempo nos enteramos que los otros compañeros del comité de lucha lograron escaparse hasta llegar al pedregal.
Nos trasladaron en carros de la policía a la Procuraduría del Distrito Federal, ahí nos quitaron todo lo que traíamos, en mi caso, sólo mis lentes y mis llaves. Nos metieron en una crujía donde había 8 celdas, la primera sellada con avisos de la SSA que rezaba: "contaminada de tuberculosis". Cada celda era de 2x2 metros, el pasillo que los comunicaba tenía también un ancho de 2 metros y de fondo aproximadamente 20 metros, en todo éste espacio estábamos 310.
Esa noche puros interrogatorios: ¿dirección?, ¿edad?, ¿qué estudias?, ¿quién dirige el comité de lucha?, ¿qué cargo tienes en el Partido Comunista?, ¿cuántas veces disparaste una arma de fuego?, etc. ¡puras pendejadas! No dormimos, tenían la música de un radio a todo volumen.
Los compañeros de la prepa 2, le informaron a mi madre de mi paradero. ¿Cómo le hicieron?. No sé, pero el caso es que al día siguiente me llamaron por mi nombre y me dieron dos tortas, me dijo el celador con evidente sorna: "te las trajo tu mami". Me dijeron los compañeros de celda que las oliera, porque a otro ya le habían llevado tortas y olían a mierda, pero no, no olían a mierda, le di una a un compañero y la otra me la comí.
Sólo dormitábamos, pues no había espacio, como a las 4 de la tarde escuchamos porras desde afuera y contestábamos con un "goya". Nos turnábamos el único baño. Esa noche nos dormimos sentados, recargados unos en otros, hasta que la pared nos detenía.
Nos aplicaron la "cacería de brujas". Apagaron las luces, entraban con lámparas muy potentes y nos alumbraban y a discreción al que más nervioso se ponía, se lo llevaban. Regresaban como sonámbulos, pues no soportaban el dolor de los testículos. Nos contaban que los habían desnudado en un cuarto y los mojaban, después dejaban caer al piso, también mojado, dos cables para provocar una descarga eléctrica en su cuerpo. Que no les preguntaban nada, al final entraba alguien con botas de hule y le ponían los electrodos en los testículos hasta el desmayo. Al recuperar la conciencia lo dejaban en la crujía y escogían a otro. Como a 10 les hicieron lo mismo.
Al día siguiente nos organizamos para dormir y comer. Nos faltó agua, siempre tuvimos sed. Mi madre me mandó, al igual que a otros por parte de sus familiares, tortas. Esta vez fueron 4, pero ya había un trato entre todos para repartir equitativamente la comida, por lo tanto me tocó la cuarta parte de una. No olía a mierda.
Llega la noche y acordamos que todos debíamos simular que dormíamos, no caer en la trampa para la "cacería de brujas". Pero no fue así, a las dos de la mañana nos sacaron a un estacionamiento y nos formaron de 20 en 20, nos mentaron la madre y nos dijeron que para la otra nos iban a matar. Nos soltaron, sin más y empezamos a caminar, y después a correr, pues por nuestra cabeza pasó la idea de "ley fuga".
Para mi suerte, un taxi me llevo a mi casa, mi madre no me abría la puerta, pues tenía mucho miedo por las llamadas que por teléfono le habían hecho. Después de que se dio cuenta del taxi y me vió, abrió, pagó al taxi. No sabía cómo sortear por un lado, las angustias de mi madre y por otro, mi compromiso con el movimiento.
Ese sábado me quedé en casa, me comunique con los compañeros de la prepa 2 y decidimos reunirnos en una casa por la colonia Jardín Balbuena al día siguiente y avisarles también a los compañeros del comité de lucha. Éramos como 30, nos acomodamos en una cochera, y después de compartir las noticias y con los periódicos, nos dimos cuenta que se había agudizado la represión y que de la misma manera las brigadas del movimiento, más las del Poli, le habían entrado a los enfrentamientos pero no sabíamos hasta dónde. Tardamos como 2 horas hasta que un vecino, policía jubilado, se dio cuenta de nuestra reunión y nos amenazó con llamar a la policía si seguíamos con nuestras "chingaderas". Primero nos disculpamos, pues era un señor como de 70 años, se fue, nos reímos, acordamos reunirnos el lunes y después de 2 en 2 nos fuimos a nuestras casas.
Para el lunes en la tarde nos reunimos casi todos los del comité de lucha y algunos de la "españolada" en una casa de la colonia Taxqueña. En pleno análisis nos llegó la noticia de que el Rector Barros Sierra presenta su renuncia. No teníamos contacto directo con el CNH, pensamos que nos estaban derrotando pero también las informaciones nos daban ánimo, pues el Poli seguía en lucha junto con las colonias dePeralvillo, el barrio de Tepito y la Unidad Habitacional de Tlatelolco.
Decidimos hacer 4 brigadas para la unidad habitacional de las Águilas e ir siempre a distancia vigilándonos. Nos fue bien, puros mítines relámpagos en camiones, paradas de autobuses y salida del mercado de la Av. Revolución.
Al día siguiente quisimos hacer lo mismo un poco más cerca de Insurgentes, pero no nos fue tan bien, nos corretearon y lograron agarrar (literalmente bestias con garras) a una compañera, pero pensaron que era sólo una brigada, con chiflidos nos convocamos a donde la tenían sometida en la pared esperando que llegara la patrulla para llevársela. Llegamos primero, no se lo esperaban, no nos habíamos enfrentado a ellos, salióde nosotros mucha fuerza, furia, y sobre todo, gritos, éramos más, dos o tres macaneados, pero la rescatamos. Y después, a correr; nos persiguieron pero nada; nos reagrupamos por la noche en la casa de Taxqueña, todos completos.
Fue hasta el jueves 26 de septiembre que nos reunimos para saber qué acuerdos tendría el Consejo Universitario. Brincamos de gusto al enterarnos que el Rector no renunció finalmente y planteó seguir en el movimiento por la defensa de la Autonomía Universitaria, además, pide la entrega de las instalaciones universitarias. Para el viernes llegamos al mitin que se había convocado en Tlatelolco, logramos reestablecer comunicación con el CNH.
Ese fin de semana prácticamente no hicimos nada, pues nos envolvía el rumor de que iban a entregar las instalaciones universitarias al Rector, así el lunes 30 de septiembre, al medio día se retira el ejército de CU, e inmediatamente nos dirigimos a la Facultad. El archivo de la Escuela en la dirección estaba intacto, pero fuera de la atarjea del caño donde lo dejamos.
En el local del comité de lucha ya no estaba nuestro mimeógrafo, el archivo, pintura, un rollo de manta, la máquina de escribir donde picábamos el esténcil, en fin, todas nuestras herramientas de lucha pacífica, lo limpiamos, lo reacomodamos y nos fuimos a la conferencia de prensa del CNH en la Facultad de Ciencias.
Por la noche a reorganizar nuestro trabajo. Todo lo íbamos a realizar desde la cafetería. El lunes avisamos que para el martes 2 de octubre se realizaría un mitin en Tlatelolco.
Ese día fui a mi casa, me bañé, comí y me puse ropa limpia. Vivía en la Avenida México Tacuba de la colonia Popotla a unas calles del Colegio Militar. Desde las 2 de la tarde camiones con militares pasaban por la calle en dirección al centro. La línea 2 del Metro me dejó en una parada por la colonia Guerrero, caminé junto con otros compañeros que llevaban una manta de Arquitectura.
Total, llegué como a las 6 de la tarde, y al entrar a la explanada de Tlatelolco, vimos las luces que salían del helicóptero que siempre nos rondaba en los mítines. Un tableteo de disparos y la gente corría hacia nosotros; corrí por la calle de Nonoalco hacia Insurgentes, llegué al mercado de la Lagunilla, y en una zapatería de la calle de Allende nos metimos yo y otros dos que no conocía.
Al encargado le dijimos que éramos estudiantes y que nos venían correteando los soldados, bajó la cortina y puso candados, cerró la puerta de atrás y nos subió a un tapanco donde tienen todos los zapatos almacenados. Nos dijo que iba a quitar la luz, y que nos mantuviéramos callados, le pegaron a la cortina, oíamos el taconeo de las botas de los militares. Nuestro terror se multiplicaba en la oscuridad, se me hacían grandes las imágenes de la gente corriendo y los disparos que jamás se me borrarán de la memoria.
Cerca de la media noche, con ayuda de un hermano del encargado, salimos por la puerta de atrás del edificio donde estaba la zapatería, en su carro nos llevó a Chapultepec, yo me bajé en la glorieta de la Diana y caminé hasta mi casa, eran las tres de la mañana, mi madre estaba en la ventana esperando mi llegada. No pudimos dormir, por más té de tila que tomamos.
Al día siguiente no salí, pues el jardín donde está el "Árbol de la Noche Triste" estaba atascado de tropa, por la cercanía del Colegio Militar, mi casa estaba en medio, para amanecer el 4 de octubre nos pintaron una enorme cruz blanca en la puerta de mi casa.
Mi madre, mi hermana, mi cuñado y otros familiares me convencieron de salir de la Ciudad de México. Nos alcanzó el terror.
Por la noche ya estaba viajando hacia Nogales Sonora, donde me albergaron una hermana y su esposo que ahí vivían. Mi madre se fue a vivir con una comadre en la colonia Bella Vista.
Todos los días compraba el periódico –bendita costumbre-, para enterarme de lo más que se pudiera.
Desde allá no viví la tregua por las Olimpiadas ni las asambleas de los días de noviembre para decidir si regresábamos a clases.
Después de 2 meses regresé a fines de noviembre. De inmediato me integré al Comité de Lucha de la Facultad. Nuestros últimos intentos de hacer una marcha con el poli, no se logró, se impusieron los militares otra vez.
Pero nunca nos quitaron la experiencia y conciencia que se condensó en nuestra mente.
A la memoria de Cuitláhuac
Y en esa noche trágica… …. ya no supimos de él después del 2 de Octubre.
No se olvida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario